¿Está China comprando el mundo?
Mao Zedong, con un buen puñado de dólares en la mano, se hizo con la portada de 'The Economist' en noviembre de 2010. El titular “Comprando el mundo”
Mao Zedong, con un buen puñado de dólares en la mano, se hizo con la portada de The Economist en noviembre de 2010. Bajo el titular “Comprando el mundo, la ola que viene de adquisiciones chinas”, la revista británica se hacía eco de una idea que se ha instalado en el imaginario colectivo: la de cientos de empresas chinas saliendo de compras al extranjero.
El fenómeno es nuevo porque, después de décadas concentrada en su economía, China ha comenzado a invertir más allá de sus fronteras. Según los datos de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés), en el año 2012 el gigante asiático fue el tercer país en flujos de inversión extranjera directa, sólo por detrás de Estados Unidos y Japón. Su crecimiento en los últimos años ha sido espectacular: si en 2004 China invirtió menos de 6.000 millones de dólares en otros países, el año pasado la cifra se multiplicó por 18 y alcanzó los 84.220 millones. Pero ¿está China realmente comprando el mundo? ¿Hasta qué punto son estas inversiones significativas en el contexto global?
Según Peter Nolan, no demasiado. En un libro publicado en 2012 y titulado ¿Está China comprando el mundo?, este profesor de la Universidad de Cambridge explica que “hasta ahora las empresas chinas han sido extremadamente cautelosas en sus adquisiciones y fusiones internacionales”.
Y es que, a pesar del fuerte crecimiento de los últimos años, China es una potencia media en cuanto a los activos con los que cuenta en el exterior. En términos de inversión acumulada directa, que mide el total invertido en el extranjero, China se encontraba en el año 2012 en el puesto decimotercero, por detrás de países como Holanda, Canadá, Bélgica o España.
Pocas compras muy ruidosas
Para Peter Nolan, las compras que han realizado en los últimos años las empresas chinas han dado mucho que hablar en los medios de comunicación, pero en realidad han sido escasas, en sectores muy concretos y por unas cantidades de dinero modestas. Tres grandes adquisiciones llamaron especialmente la atención del mundo: la división de PC de IBM, la de Volvo y la más reciente de Smithfield Foods. Aunque muestran muy bien las crecientes inversiones chinas, no son adquisiciones extraordinarias en el contexto internacional. Tan sólo dos de las últimas compras de Microsoft, la de Skype en 2011 y la más reciente de Nokia, superan con creces las más mediáticas adquisiciones de las empresas chinas.
En términos de inversión acumulada directa, que mide el total invertido en el extranjero, China se encontraba en el año 2012 en el puesto decimotercero, por detrás de países como Holanda, Canadá, Bélgica o España
“En realidad, China no es un inversor extranjero tan relevante como debería”, explica a El Confidencial Mario Esteban, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid e investigador del Real Instituto Elcano. “Sus porcentajes de inversión están creciendo mucho porque tradicionalmente la inversión de China en el extranjero ha sido muy baja”, añade.
Hasta hace unos años, la segunda economía del mundo ha tenido una presencia muy escasa fuera de Asia. Según la revista Fortune, China cuenta con unas 90 empresas entre las 500 con más beneficios del mundo, pero la realidad es que casi todas ellas son gigantes en casa y enanos en el extranjero. “Cuando uno examina los activos y las operaciones de las corporaciones chinas, queda claro que la gran mayoría opera casi exclusivamente en el ámbito doméstico”, escribe David Shambaugh en su reciente libro China Goes Global: The Partial Power.
De hecho, hasta hace muy poco las inversiones iban de forma casi unidireccional en dirección contraria. El gigante asiático ha sido uno de los mayores receptores de flujos de inversión extranjera directa durante las últimas décadas, especialmente desde los países desarrollados. Grandes multinacionales como Apple, General Motors, Nokia, Canon, Nike, Siemens, Adidas o Zara llevan años realizando inversiones millonarias en el gigante asiático.
“China está tomando Europa”
Aunque a Europa ha llegado tan sólo una pequeña parte de las inversiones chinas (en 2010 en torno a un 10% del total), algunos políticos han alzado la voz de alarma. En un reciente informe sobre las relaciones con el país asiático, el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores afirmaba que “China está tomando Europa”. Los autores se quejaban de que mientras las empresas chinas podían competir en el continente europeo en sectores como el transporte, las europeas no podían hacer lo mismo en China. Otra de las cuestiones que preocupa en los países desarrollados es que la inversión china está liderada por las empresas estatales propiedad del Gobierno, que además suelen invertir en sectores estratégicos como energía y logística.
Estas quejas han sido uno de los motivos que han frenado las inversiones chinas en Europa. “Lo que nosotros queríamos comprar ellos no querían vender, y lo que ellos querían vender nosotros no queríamos comprar”, explica en Pekín a El Confidencial una persona que ha trabajado los últimos años en uno de los mayores bancos de inversión chinos.
Aunque a Europa ha llegado tan sólo una pequeña parte de la inversión china (en 2010, un 10% del total), algunos políticos han alzado la voz de alarma. El Consejo Europeo de Relaciones Exteriores afirma que “China está tomando Europa”
Si a Europa llegan pocas inversiones procedentes de China, a España llegan todavía menos. Según los datos de la Embajada en Pekín, que recomienda tomar con cautela, China contaba en 2012 con una inversión extranjera acumulada directa de 247 millones de euros. España, por su parte, tenía invertido en China diez veces más.
A pesar de eso, las inversiones del gigante asiático en España también suelen despertar desconfianza. Algunas de ellas procedentes de Pekín no se han completado por los recelos con los que se mira a China. “Todo tiene sus pros y sus contras, pero lo que es absurdo es que en España estemos con una falta de liquidez brutal y nuestra preocupación sea que los chinos quieren invertir”, explica Mario Esteban. “De lo que tenemos que estar preocupados es que de no inviertan”.
Mao Zedong, con un buen puñado de dólares en la mano, se hizo con la portada de The Economist en noviembre de 2010. Bajo el titular “Comprando el mundo, la ola que viene de adquisiciones chinas”, la revista británica se hacía eco de una idea que se ha instalado en el imaginario colectivo: la de cientos de empresas chinas saliendo de compras al extranjero.