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Una Tierra Santa sin cristianos
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“SUFRIMOS UNA HEMORRAGIA HUMANA TERRIBLE”

Una Tierra Santa sin cristianos

“Estamos ante una hemorragia humana terrible”, dice Fuad Twal, el patriarca latino de Jerusalén. No exagera. La comunidad cristiana de Tierra Santa está hoy herida de

Foto: Una mujer besa un cuadro de la Virgen María en la Iglesia de la Natividad, lugar de nacimiento de Jesús, en Belén. (Reuters).
Una mujer besa un cuadro de la Virgen María en la Iglesia de la Natividad, lugar de nacimiento de Jesús, en Belén. (Reuters).

Estamos ante una hemorragia humana terrible”, dice Fuad Twal, el patriarca latino de Jerusalén. No exagera. La comunidad cristiana de Tierra Santa está hoy herida de muerte. La falta de libertades, de seguridad, de empleo y la ocupación militar han provocado una emigración galopante, hasta el punto de que los descendientes de los primeros seguidores de Cristo han disminuido hasta niveles de 1950. El Patriarcado constata que hoy hay unos 220.000 cristianos en la zona, repartidos entre Israel (unos 150.000, sobre todo en el norte, de origen árabe) y Palestina (70.000, entre Cisjordania y Gaza).

En 1948, tras la declaración del Estado de Israel y la guerra posterior, suponían el 20% de la población nacional. Ahora no pasan del 2% en Israel y del 1,2% en los territorios ocupados palestinos. Se han perdido casi 250.000 censados. En lugares como Nazaret o Belén, a la sombra de santos lugares como la Iglesia de la Anunciación o la Basílica de la Natividad, los cristianos llegaron a ser el 90% de los habitantes. Actualmente, a duras penas superan el 7%. Sólo en territorio israelí, la sangría es de mil exiliados al año, según datos del Ministerio de Asuntos Religiosos. “Cada persona que se marcha es una herida casi mortal”, reconoce Twal.

La emigración cristiana no es un fenómeno nuevo. Comenzó a mediados del siglo XIX, bajo el dominio del sultán otomano. Sin embargo, se ha acelerado en las últimas tres décadas, con un repunte notable en la época de entreguerras (Seis Días, 1967, y Yom Kippur, 1973) y, sobre todo, desde principios de 2000. El Diyar Consortium, un instituto de estudios de la comunidad luterana, explica en un informe las razones de este nuevo éxodo, que son, por este orden, la falta de seguridad y libertad (32,6%), el deterioro de la economía (26,4%), la inestabilidad política (19,7%), las carencias educativas (1,6%), las complicaciones para las reagrupaciones familiares, el muro israelí y el extremismo religioso (0,8%).

Un grupo de monjas reza en la Iglesia de la Natividad, en Belén, Cisjordania (Reuters).Derrota aplastante en la batalla demográfica

El problema no es la “persecución”, como puede ocurrir en otros puntos de Oriente Medio, sino el “aislamiento”, aún más acentuado en el lado palestino, explica a El Confidencial Rifar Kassis, portavoz de Kairos Palestine, la asociación de cristianos de base más importante de la zona. La demografía juega en su contra: judíos y musulmanes tienen casi seis hijos de media, cuando los cristianos no pasan de tres. Terminan, por tanto, siendo “minorías muy minoritarias” dentro de sus ciudades.

Para su desdicha, tampoco tienen quien pelee por ellos. Apenas hay dos diputados cristianos en la Knesset (parlamento israelí) y sólo ocupan el 0,2% de los puestos de responsabilidad palestinos, denuncia la cristiana Hannan Ashrawi, histórica portavoz de Yasser Arafat, que lidera la Iniciativa Palestina para la Promoción Global del Diálogo y la Democracia.

Resistiremos. Aquí empezó todo y las adversidades se superan con el orgullo de ser los descendientes de los primeros cristianos. Pero, ¿dónde está la comunidad cristiana del mundo? ¿Por qué llega tan poca ayuda?, se pregunta Hannan Ashrawi.

En el lado israelí, la aportación económica de los cristianos es hoy 500 veces inferior a la de 1948, según refleja un estudio de la Universidad de Haifa. Menos población supone a la larga más aislamiento, mayor sentimiento de gueto en una zona polarizada entre judaísmo e islam, con una competencia mucho más fuerte enfrente. Aun así, su vida está más “normalizada” y “el desgaste al que se enfrentan es menor” que el que se vive pasando el muro y los checkpoints, en el lado palestino, abunda el informe.

“Jesús es un mono”

La rutina es más estable, sí, pero desde luego no se sienten “comprendidos” por sus vecinos, explica a este diario Joseph Holm, portavoz de la comunidad de San Juan de Acre, la antigua ciudad templaria. Se hace eco del comunicado emitido esta primavera por la Asamblea de Ordinarios Católicos de Tierra Santa, que lamentaba el “desprecio y la ignorancia” de Israel y sus autoridades para con los cristianos. La nota no escatimaba en ejemplos: desde libros de texto que olvidan esa parte de la historia nacional hasta la “pasividad” de la policía y los jueces ante la llamada campaña de price tag, una serie de ataques contra intereses cristianos (también musulmanes, 150 en tres años), que incluyen pintadas en conventos y monasterios (“Jesús es un mono”, “Muerte a los cristianos”, “Bastardos”), incendios, cristales rotos… El Gobierno de Estados Unidos ha llegado a calificarla de “terrorismo”.

La Policía de Israel apunta a colonos radicales, ya que siempre dejan como recuerdo el nombre de un asentamiento. Sólo en el último mes se han producido, al fin, detenciones al respecto. “Si los judíos quieren que la gente los respete, es necesario que respeten a los demás”, dijo el custodio de Tierra Santa, el franciscano Pierbattista Pizzaballa, en una entrevista al diario Haaretz que fue sonada. En ella exigía “respeto” a la diversidad y recordaba que, a veces, hasta es difícil lograr que el Gobierno autorice una visa a un religioso.

placeholder Un joven cristiano ortodoxo durante una procesión en Belén, Cisjordania (Reuters).

Israel, un Estado que nació laico, ha entrado en una fase dura de nacionalismo religioso. Para el Ejecutivo, los cristianos son, casi exclusivamente, una fuente de ingresos: los 150.000 visitantes que deja la Semana Santa o la Navidad, el 56% del total de turistas anuales que vienen básicamente por los santos lugares… El 46% de los ciudadanos judíos de Jerusalén no sabe siquiera que la ciudad es el centro de la Cristiandad, apunta el Instituto Smith.

"Es normal que te vayas si los colonos queman tus olivares"

Palestina es otro caso diferente. A las particularidades de los cristianos se suman los motivos clásicos de emigración de su pueblo, inmerso en la ocupación, el paro y la imposibilidad de moverse por el territorio. El 85% de los cristianos tiene problemas económicos, indica a El Confidencial el Patriarcado Latino. Kassis, de Kairos, enumera los problemas: separación territorial entre Gaza y Cisjordania, revocación de permisos de paso por parte de Israel, muro de separación que los aleja de sus campos de labor, rebaja del comercio en zonas clave como Belén o Beit Jala porque el miedo atemoriza a los turistas, paro (superior al 40%), complicaciones para lograr permisos de estudios o asistencia médica en lugares como Jerusalén o un permiso de reagrupación familiar en hogares donde cada miembro procede de un territorio palestino, limitaciones para visitar espacios como el Santo Sepulcro (sólo se otorgan al 10% de los cristianos, dice el Centro Inter-Iglesias de Jerusalén), la confiscación de tierras, las demoliciones, las colonias…

Para Israel, los cristianos son sólo una fuente de ingresos: los 150.000 visitantes que deja la Semana Santa o la Navidad, el 56% del total de turistas anuales que vienen por los santos lugares… El 46% de los judíos de Jerusalén ni siquiera sabe que la ciudad es el centro de la Cristiandad, apunta el Instituto Smith

El padre Johnny Abu Khalil es párroco de San Justino, en Nablús, al norte de Cisjordania, una de las comunidades más islamizadas de la zona. Atiende apenas a 650 fieles, “muy movilizados”, puntualiza. Descarta que se den casos de persecución religiosa, más allá de “incidentes tan aislados que ni trascienden”. Habla de “convivencia”, “normalidad” y “respeto” en el lado palestino, “los musulmanes tienen gran respeto por la figura de Jesús”. Pero su templanza se evapora cuando habla de los problemas de los palestinos, entre los que están los cristianos.

Es normal que te vayas si un muro atraviesa tus olivares o te los queman los colonos y no tienes sustento. Normal si ves negro el futuro de tus hijos. Normal si tienes quien te ayude en otro lado”, explica a El Confidencial.

En Gaza sí hay más quejas sobre la intransigencia religiosa de Hamás, en el Gobierno desde 2007. La tasa de emigración cristiana triplica a la de Cisjordania. Al cerco aplicado por Israel, que impide entrar y salir o la provisión de algunos bienes esenciales, se suma la creciente islamización de la Administración. Hoy viven allí unos 3.000 cristianos, con sólo tres parroquias, una baptista, una ortodoxa griega y una católica.

Los religiosos de la Sagrada Familia dicen que están “desconectados” del Gobierno, más que “amenazados”. No se sienten “atacados”, pero apenas los miran. No hay comprensión para sus fiestas y sus permisos tardan “más de la cuenta” en llegar. Tratan de mantenerse en el alambre. Salvo la muerte hace cuatro años de un librero cristiano, no se han registrado más incidentes de este tipo. “Pero hay poco oxígeno”, dice uno de los padres, al teléfono, que se niega a identificarse, y que recuerda que por allí, por la franja, “pasó Jesús niño con sus padres camino de Egipto”.

placeholder Fieles rezan en la Iglesia de la Natividad durante las Navidades ortodoxas en Belén (Reuters).

"¿Yla comunidad cristiana del mundo? ¿Por qué no nos ayudan?"

Sólo en Jerusalén se han perdido 20.000 cristianos en estos 65 años. Muchos de ellos, de elevado nivel cultural. Ahora las estadísticas más optimistas hablan de entre 8.000 y 10.000 residentes. En 2009, ante la visita del Papa Benedicto XVI, el Vaticano elaboró una proyección que sostiene que en 2016 no habrá más de 5.300 cristianos en la ciudad que vio morir a Cristo.

Casi el 58% de los alumnos cristianos deben pagar centros privados o concertados porque, palestinos como son, no tienen garantizada una plaza en el servicio público israelí, y eso mueve fuera a muchas familias, que buscan calor en sus allegados refugiados en Jordania o Europa. Los colonos son la otra gran presión que incita al exilio. Hay 150.000 en la ciudad. No se libra ni la Ciudad Vieja. Sólo en la Vía Dolorosa, que atravesó Jesús camino al Calvario, hay asentamientos ilegales en ocho de sus estaciones, casas robadas por judíos en las que antes residían cristianos, unas 50 familias. Una de ellas la posee ahora Ariel Sharon, ex primer ministro de Israel, según fuentes de la Organización para la Liberación de Palestina.

“Resistiremos. Aquí empezó todo y las adversidades se superan con el orgullo de ser los descendientes de los primeros cristianos. En nuestras manos está no dejar morir este legado. Ya hacemos todo lo que podemos. Pero pregunto, ¿dónde está la comunidad cristiana del mundo? ¿Por qué llega tan poca ayuda?”, en palabras de Hannan Ashrawi.

Estamos ante una hemorragia humana terrible”, dice Fuad Twal, el patriarca latino de Jerusalén. No exagera. La comunidad cristiana de Tierra Santa está hoy herida de muerte. La falta de libertades, de seguridad, de empleo y la ocupación militar han provocado una emigración galopante, hasta el punto de que los descendientes de los primeros seguidores de Cristo han disminuido hasta niveles de 1950. El Patriarcado constata que hoy hay unos 220.000 cristianos en la zona, repartidos entre Israel (unos 150.000, sobre todo en el norte, de origen árabe) y Palestina (70.000, entre Cisjordania y Gaza).

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