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Cuando la obsesión del aumento de pechos y glúteos acaba en tragedia
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LOS BIOPOLÍMEROS EN VENEZUELA DESTROZAN A MILES DE MUJERES

Cuando la obsesión del aumento de pechos y glúteos acaba en tragedia

En Venezuela, la manera más habitual de someterse a operaciones de glúteos y pechos es con inyección de biopolímeros, una silicona líquida que no es biocompatible con el organismo

Foto: El cirujano Daniel Slobodianik examina a Oliana, que tiene molestias después de inyectarse gel biopolímero. (AFP)
El cirujano Daniel Slobodianik examina a Oliana, que tiene molestias después de inyectarse gel biopolímero. (AFP)

Los pechos y el culo, cuanto más grandes mejor. En muchos países latinoamericanos, como es el caso de Venezuela, conocido como el lugar 'de las Miss Universo',las mujeres viven con la obsesión del tamaño. Especialmente en los atributos que más caracterizan a las féminas. La presión social derivada fundamentalmente de la ‘creciente moda’ por la cirugía ha derivado en verdaderas tragedias para muchas, que en bastantes casos, son sólo adolescentes. Alcanzar los 'patrones de belleza' implantados es el sueño de las chicas venezolanas, y pasar por el quirófano no está al alcance del bolsillo de la mayoría. Por eso buscan unos procedimientos alternativos y 'mágicos' que cuestan menos, aunque, en muchos casos salen aún más caros.

La manera más habitual de someterse a operaciones para agrandarse senos y glúteos es a través de la inyección de biopolímeros. Éstos son sustancias sintéticas derivadas del petróleo, de apariencia transparente y aceitosa, de uso industrial, que en fase experimental se utilizaron en mínimas cantidades en tratamientos estéticos como relleno facial. Tras conocerseel riesgo de formación degranulomase infecciones en los pacientes, fueron retirados del mercado europeo y estadounidense hace más de diezaños.

¿Algunos de sus efectos inmediatos? Alisamiento visible de las arrugas, aumento del volumen de la piel, aspecto más vital y elástico... y una sensación de piel más joven y firme. Dicho así, un regalo del cielo. ¿Existen riesgos? Muchos. Daños irreversibles que pueden traducirse en irregularidades en el aspecto de la piel, ulceras, fistulas, esclerosis, necrosis en la piel…

El problema es de tal envergadura, que el Ministerio de Salud venezolano prohibió en noviembre de2012 toda sustancia inyectable cuyo fin sea corregir con fines estéticos el tamaño y formas de los senos, glúteos y otras partes del cuerpo. Entre estos productos vetados están siliconas, polímeros, biopolímeros, ácido hialurónico de origen natural, entre otros.

Un reportaje de AFP recoge testimonios de afectadas que no pasan desapercibidos. Mercedes, venezolana y de 45 años, se inyectó biopolímeros en los glúteos para aumentar su tamaño. Una crisis matrimonial, su baja autoestima y la presión de sus amigas, la llevó a tomar esta decisión. Unos 560 centilitros de gel en cada nalga por unos 5.000 bolívares (una suma importante en el país del que procede). “Del dolor no soporto ni estar cinco minutos sentada”, cuenta esta mujer. Mientras, se lamenta, “Ni siquiera investigué en qué consistía realmente el tratamiento, sólo veía lo bonito que quedaba en otras chicas”.

40.000 casos registrados en ‘No a los biopolímeros’

La ola de mujeres afectadas por estas sustancias sintéticas es tal, que las movilizaciones en Venezuela ya cuentan hasta con organizaciones que aglutinan las terribles experiencias e intentan dar salida a la situación. La fundación sin ánimo de lucro‘No a los biopolímeros’ cuenta en su base de datos con 40.000 casos y luchan cada día por explicar lashorribles consecuencias del mal uso de estas sustancias. Maria Rosa Campos, vicepresidenta de la fundación lo explicaa El Confidencial: "La persona corre el riesgo incluso de morir al momento de inyectarse, ya que por una errónea aplicacion la sustancia puede tomar el flujo sanguineo y ocasionaruna embolia pulmonar. El riesgo existe también pasado el tiempo, puesto que se puede contraer una bacteria muy agresiva que ocasione una sepsis en el paciente. En venezuela actualmente llevamos una estadística documentada de 17 fallecidasdesde el año 2009. Nuestra fundaciónestima que esta cifraapenas supone el 10% de las muertes reales".

Su fundadora, Astrid de la Rosa, quien sufre importantes daños en caderas y espalda tras someterse al tratamiento, decidió crear la organización en 2011 tras darse cuenta de que su caso no era ni mucho menos el único. Aunque algunos son muy sorprendentes. El uso de estas sustancias está tan extendido socialmente que, como cuenta, de la Rosa, “hay muchas niñas y adolescentes, que desde los 15 años, reciben de sus padres como regalo de cumpleaños la inyección de biopolímeros en los pechos y glúteos”. Y el riesgo no es ya sólo de las propias sustancias, sino de quién las pone. Según explica la fundadora de esta asociación, “las inyecciones las ponen tanto cirujanos plásticos como en los propios salones de belleza”.

Aunque es bastante menos común, también hay casos de hombres. Otro de los ejemplos recogidos por AFP es el de Omar Guerrero, un empleado en un gimnasio de San Cristóbal (al oeste de Venezuela), de 35 años. Decidió aplicarse los biopolímeros para lucir una mayos musculatura. Las consecuencias fueron terribles. Según relata el propio Guerrero, lleva prácticamente dos años en cama debido a los problemas de respiración que sufre. El gel sintético le dañó los músculos intercostales, limitando el movimiento de su caja toráxica, y dificultando seriamente su capacidad de respirar. “No puedo correr, ni hacer ejercicio. Estoy muerto en vida”. Y además de la cuestión puramente fisiológica, también está la física. Su pecho aparece notablemente hinchado, lo que a menudo es causa de discriminación y burlas.

Difícil cura y solución

El reconocido cirujano plástico Daniel Slobodianik, cuyo consultorio se halla al este de Caracas, ha tratado unos 400 casos de mujeres con biopolímeros. En la sala de espera hay mujeres de todas las edades. Una de ellas, tendrá unos 60, permanece casi inmóvil en su silla. “El dolor de las inflamaciones causadas por las sustancias le impide casi cualquier movimiento”. Otras van a hacer consultas con miedo: están embarazadas y temen las consecuencias que puedan tener sus bebés.

Implantes de silicona.El principal motivo por el que estas desesperadas mujeres acuden a la consulta del doctor Slobodianik es que se trata de uno de los tan sólo dos médicos que operan para retirar estas sustancias del cuerpo.

Una operaciónde 6.000 dólares,todavía considerada “experimental” por la Sociedad Venezolana de Cirugía Plástica (SVCP), porque "no siempre garantiza una recuperación absoluta, ni tan siquiera un mejoría", afirma su presidenteJesús Pereira.“La única circunstancia que justifica someterse a esta intervención quirúrgica es cuando la sustancia presenta síntomas de querer salir del cuerpo. Una situación que puede generar septicemia (una infección generalizada que puede derivar incluso en la muerte).” Pereirano confía mucho en las operaciones, y aconseja a las pacientes tratarse con esteroides. Según el presidente de la SVCP, entre el 48 y el 62% de las pacientes consiguen mejorarsu situación con este tratamiento.

La opinión del cirujano Slobodianik es bien distinta. El doctor asegura haber operado con éxito ya a 50 mujeres y a tres o cuatro hombres solamente por manifestar síntomas de dolor o ardores, alergia en la piel y cambios de color en la zona. Eso sí, Slobodianik es muy claro: “Los biopolímeros no pueden retirarse por completo, siempre quedan restos de la sustancia en la piel”.

Los pechos y el culo, cuanto más grandes mejor. En muchos países latinoamericanos, como es el caso de Venezuela, conocido como el lugar 'de las Miss Universo',las mujeres viven con la obsesión del tamaño. Especialmente en los atributos que más caracterizan a las féminas. La presión social derivada fundamentalmente de la ‘creciente moda’ por la cirugía ha derivado en verdaderas tragedias para muchas, que en bastantes casos, son sólo adolescentes. Alcanzar los 'patrones de belleza' implantados es el sueño de las chicas venezolanas, y pasar por el quirófano no está al alcance del bolsillo de la mayoría. Por eso buscan unos procedimientos alternativos y 'mágicos' que cuestan menos, aunque, en muchos casos salen aún más caros.

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