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Sentenciado e inhabilitado, Berlusconi se aferra a la política
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SU CAÍDA PUEDE SER AÚN LARGA

Sentenciado e inhabilitado, Berlusconi se aferra a la política

Pese a esta difícil situación, Il Cavaliere no deja la política. Según lo que decía en un vídeo-mensaje, parecía que la condena no cambiaba casi nada

Foto: Un grupo de italianos celebra el fallo en contra del ex primer ministro Silvio Berlusconi. (EFE)
Un grupo de italianos celebra el fallo en contra del ex primer ministro Silvio Berlusconi. (EFE)

Pocos en Italia entendieron de inmediato lo que significaban las palabras de Antonio Esposito, presidente del Tribunal Supremo, cuando anunció el jueves la sentencia a Silvio Berlusconi en el caso Mediaset por un delito de evasión fiscal. El presentador del canal Skytg24, que seguía en directo el veredicto, quedó durante unos minutos aturdido, sin saber muy bien si era o no positivo para los intereses de Il Cavaliere. Lo mismo ocurrió con los expertos que le acompañaban.

A esa misma hora, frente al Palacio Grazioli, la residencia romana del magnate, los miembros del llamado Ejército de Silvio explotaban de júbilo al conocer la sentencia. Ondeaban banderas con el logotipo de Fuerza Italia, la marca electoral que el ex primer ministro quiere recuperar, y gritaban arrebatados: "¡Silvio, Silvio!”. Su felicidad parecía perfecta hasta que algunos de los militantes, hablando por teléfono, se enteraron de que el líder máximo de la derecha no había sido absuelto. La pena de cuatro años de cárcel se mantenía, mientras que la de cinco de inhabilitación para ejercer cargos públicos pasaba al tribunal de apelación de Milán, que en una sección distinta a la que le condenó en segunda instancia deberá decidir ahora cuánto tiempo lo aleja del poder. “Un momento, un momento”, le decía con gesto angustiado uno de los “soldados berlusconianos” a un correligionario que botaba desatado frente a las cámaras.

Al propio protagonista del caso parece haberle pasado lo mismo que a sus acólitos o que a los periodistas que debían transmitir en directo el veredicto del Supremo. Escuchándolo en el vídeo mensaje que emitió el informativo de uno de los canales de su propiedad, daba la impresión de no haber entendido del todo el significado de la condena. En su alocución, el líder del derechista Pueblo de la Libertad (PDL) cargaba contra los jueces, a los que considera uno de los poderes ocultos del país, decía sentirse víctima de una persecución y confirmaba que seguirá adelante, siempre adelante. Es el lema del hombre hecho a sí mismo que es Berlusconi, aprendido de sus padres y enseñado a sus hijos.

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La condena le obligará a pasar un año en arresto domiciliario (se libra de los otros tres por la llamada ley del indulto de 2006) y fiscaliza su vida, pues tendrá que pedir permiso a los magistrados para hacer una llamada telefónica, convocar una reunión o acudir a un acto de su partido. Más allá de lo que decida el tribunal de Milán sobre la inhabilitación, también le impide volver a presentarse como candidato en las elecciones durante un período no inferior a seis años. Es lo que dicta la ley aprobada por el Gobierno liderado por Mario Monti en diciembre de 2012 para evitar que lleguen al Parlamento los condenados de forma definitiva a penas mayores de dos años de cárcel.

Pese a esta difícil situación, Il Cavaliere no deja la política. Según lo que decía en su vídeo-mensaje, parecía que la condena no cambiaba casi nada. Le quitaba “la libertad personal y los derechos políticos”, pero no alteraba el equilibrio político nacional, del que el magnate es la pieza clave. Primero, porque el ex primer ministro garantizaba por omisión la continuidad del pacto de Gobierno formado por el PDL, el izquierdista Partido Democrático y la coalición centrista de Monti, ya que no los mencionaba en su alocución. Segundo, porque no daba un paso atrás, ni siquiera a un lado, en la derecha italiana. Él sigue siendo el único líder, aunque se encuentre “casi al final” de su “vida activa”, como decía en el mensaje en la única debilidad que se permitía.

La acumulación de circunstancias negativas muestran que Il Cavaliere se encuentra en plena fase descendente de la parábola política, vital y judicial que empezó hace casi dos décadas cuando se presentó por primera vez como candidato: está atado de pies y manos por los jueces, a punto de cumplir 77 años y amenazado por sus otros procesos, entre ellos el escandaloso caso Ruby. Además, en las últimas elecciones generales, celebradas en febrero, quedó claro que estaba ya en su otoño político, pues se dejó seis millones de votos respecto a los comicios precedentes. Su caída puede ser aún larga, llevarse por delante al PDL y dejar huérfana a la derecha italiana, pero es evidente que ya no hay quien la pare.

Pocos en Italia entendieron de inmediato lo que significaban las palabras de Antonio Esposito, presidente del Tribunal Supremo, cuando anunció el jueves la sentencia a Silvio Berlusconi en el caso Mediaset por un delito de evasión fiscal. El presentador del canal Skytg24, que seguía en directo el veredicto, quedó durante unos minutos aturdido, sin saber muy bien si era o no positivo para los intereses de Il Cavaliere. Lo mismo ocurrió con los expertos que le acompañaban.

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