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Partidarios y detractores de Morsi, todos contra Obama en Egipto
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DECRECE LA POPULARIDAD DE EEUU EN EL PAÍS

Partidarios y detractores de Morsi, todos contra Obama en Egipto

La popularidad de EEUU decrece en Egipto mientras trata de mantener intacta su influencia política a través de la ayuda militar de $1.300 millones

Foto: Manifestantes destrozan una bandera estadounidense en la embajada en El Cairo. (Reuters)
Manifestantes destrozan una bandera estadounidense en la embajada en El Cairo. (Reuters)

En el barrio acomodado de Garden City, en El Cairo, donde algunos creían que nunca se verían manifestaciones, la embajada de Estados Unidos está cercada con alambrada metálica y un muro de policías pertrechados de antidisturbios en el único acceso transitable a la legación diplomática. Toda la manzana es inexpugnable, pues sus entradas han ido siendo tapiadas con bloques de hormigón en las diferentes escaladas violentas que se han sucedido en el último año, hasta convertirla en un fortín.

Frente a ellos, miles de barbudos con pancartas de mártires gritan consignas contra los militares y EEUU, en árabe y en inglés: “Sisi, Sisi, go to hell. Obama, Obama, go to hell” (los manifestantes mandan al infierno al general Abdel Fatah al Sisi y al presidente Barack Obama). Los militantes siguen la llamada a la protesta de uno de los líderes de los Hermanos Musulmanes que no consideran que Estados Unidos haya sido un simple espectador que se ha acomodado al nuevo escenario, sino que responsabilizan a Washington de la actual situación.

Essam el Erian , vicepresidente del Partido Libertad y Justicia (PLJ), brazo político de los Hermanos Musulmanes, manifestaba hace unos días a través de su página de Facebook que Estados Unidos “ha fallado en la construcción de cualquier régimen democrático que respete los valores y las reglas de la democracia en cualquier lugar que haya ocupado o de cuyos líderes haya sido aliado”. Poco después iba más allá exhortando a los egipcios a sitiar la embajada de EEUU y afirmando que está claro el papel de Estados Unidos en lo que denomina “el golpe de Estado militar”.

Para Mohamed Beltegy, secretario general del PLJ y exmiembro del Parlamento, “es sorprendente cómo [Estados Unidos] se niega a reconocer la legitimidad de un gobierno democrático”. En su opinión parece que “cualquier precio es válido para echar a los islamistas del poder, por democráticos que sean”.

Beltegy, que como Erian se encuentra bajo orden de arresto, considera que “la Administración estadounidense ha transmitido un mensaje muy grave al pueblo egipcio en el que destacan su ignorancia y su falta de respeto por el proceso democrático si no coincide con sus intereses”. Algo con lo que muchos egipcios están de acuerdo y no solo los islamistas. Muy cerca de la legación diplomática estadounidense, en la plaza de Tahrir, los gritos contra Obama y Washington son comunes entre los que pidieron el derrocamiento de Morsi. El pasado viernes, miles de egipcios salieron a las calles para respaldar nuevamente al Ejército. Una pancarta con la imagen del presidente Barack Obama con una larga barba (un montaje sobre una fotografía de Osama Ben Laden), se repite por toda la plaza, e ilustra tazas y pegatinas. “Contra los que defienden el terrorismo”, reza la leyenda bajo la imagen.

“Interesante, el único canto común en Tahrir y la Rabaa de los Hermanos Musulmanes es anti EEUU, un triunfo de la política americana”, señalaba en su cuenta de Twitter hace unos días el periodista y analista egipcio, Hani Shukrallah. Y hasta los jóvenes que promovieron la recogida de firmas contra Morsi, Tamarrod, se negaron a reunirse con el subsecretario Burns, por la doble política de Estados Unidos que en su día “apoyó a los Hermanos Musulmanes”. Motivo por el cual exigen a una disculpa de la Casa Blanca.

La ley estadounidense prohíbe entregar ayuda económica a un país en el que se haya producido un golpe. Egipto recibe 1.300 millones de dólares al año

Los últimos dos años de políticas en la región han hecho mucho daño al Ejecutivo de Obama y para muchos egipcios, estén del lado de Morsi o en su contra, parece claro ya que Estados Unidos “está perdiendo su credibilidad ante los ojos de los árabes”, apunta Mohamed Beltegy. Desde que empezara la sentada de Rabaa y su equivalente anti Morsi en Tahrir han pasado muchas cosas, de las cuales los egipcios de a pie responsabilizan en un modo u otro a Washington: la más importante, que los militares han protagonizado su segunda asonada en dos años. Aunque sus protagonistas se refieren a ella como la tercera revolución (el intelectual Alaa Al Aswany la denomina “tercera ola revolucionaria”), e incluso Hassan Abu Taleb, analista del think tank egipcio Al-Ahram, señala que se trata de “la cuarta vía”, la “política de las masas”: aquella que viene cuando ni las protestas, ni las urnas, ni la democracia al uso funcionan.

En esa disyuntiva semántica radica el enfado en primera instancia de los Hermanos Musulmanes y sus simpatizantes con el Ejecutivo de Barack Obama.

No es ninguna novedad que desde Washington no pierdan detalle de lo que ocurre en el país del Nilo, ni tampoco que sean los primeros en respaldar los cambios con una visita a un Ejecutivo interino. Lo hicieron cuando Mubarak acababa de caer. Y si el fiel Hosni, su aliado durante casi tres décadas era dejado caer, ¿qué podía esperar Morsi, un hermano musulmán apenas conocido que había llegado a la jefatura del Estado con un 51% de los sufragios?

Como en 2011, esta vez Estados Unidos se ha apresurado a reunirse con los que considera que llevarán la batuta del país. Entonces lo hizo con los Hermanos Musulmanes, cuando aún eran opositores (ilegalizados como congregación) despertando las suspicacias de la oposición liberal no islamista. Tras el derrocamiento de Morsi, los nuevos líderes interinos del país han recibido la visita del enviado especial de la casa Blanca, el subsecretario de Estado William Burns. Fue el primer representante de un país occidental en hacerlo y llegó después de la polémica sobre la aceptación o no del término “golpe de Estado”.

¿Por qué es tan importante esa denominación? Porque de ella depende la asignación económica que EEUU da a Egipto anualmente en concepto de ayudas militares y que ascienden a 1.300 millones de dólares, ya que la ley estadounidense prohíbe entregar ayuda económica a un país en el que se haya producido un golpe. El debate ha estado servido pero la portavoz de departamento de Estado, Jen Psaki se encargó de allanar el aterrizaje en El Cairo de Burns, eludiendo definitivamente el término y afirmando, días antes del viaje del subsecretario, que EEUU no considera que el Gobierno de Morsi fuera plenamente democrático. “La democracia no es sólo un asunto de ganar los votos en las urnas”, advirtió Psaki.

Con esas palabras, Washington daba el apoyo definitivo al golpe y los militares egipcios y la espalda a sus breves aliados en la región, los Hermanos Musulmanes y Morsi. Y despejaba las dudas sobre el futuro de las ayudas militares. Lejos quedaban las imágenes de Hillary Clinton y el entonces flamante y democrático rais Morsi hace ocho meses, tras los bombardeos de Israel sobre la Franja de Gaza, en la que se le presentaba como el actor fundamental para la resolución de la crisis y amigo estadounidense.

Pero las cosas cambian rápido en Egipto y la situación ha dado una nueva vuelta de tuerca, poniendo de relieve cuán importante es la medición de fuerzas entre la Casa Blanca y los cuarteles del ministerio de Defensa en Egipto. El general Abdel Fatah al Sisi pidió a los egipcios manifestarse el viernes para “autorizar” que el Ejército actúe contra la posible violencia y terrorismo. De ese modo pedía de modo directo la beligerancia de los ciudadanos en cualquier tipo de represión futura contra los simpatizantes de Morsi. Washington devolvía el golpe señalando que por el momento no se enviarán los aviones F16 que debían salir hacia Egipto como parte de esa ayuda, debido a la “actual situación”, según explicó el portavoz del Pentágono, George Little, subrayando que la decisión del presidente Obama contaba con la aprobación unánime del equipo de seguridad nacional al completo. Veinticuatro horas después el saldo de manifestantes muertos en Rabaa ascendía a 74, los heridos a más de 700.

La importancia de la ayuda económica estadounidense al Ejército egipcio es clave para mantener las buenas relaciones entre ambos países, de lo cual depende la estabilidad en la región, y, especialmente, con el vecino Israel, como ya hacían notar los diplomáticos estadounidenses en los cables filtrados por Wikileaks. Tras los sucesos de Rabaa, el secretario de Estado John Kerry hizo una llamada a los líderes para sacar al país “del borde del abismo”. Para muchos egipcios, sin embargo, Estados Unidos, en su medición de fuerzas con los militares, es responsable de haber colocado al país en esta tesitura.

En el barrio acomodado de Garden City, en El Cairo, donde algunos creían que nunca se verían manifestaciones, la embajada de Estados Unidos está cercada con alambrada metálica y un muro de policías pertrechados de antidisturbios en el único acceso transitable a la legación diplomática. Toda la manzana es inexpugnable, pues sus entradas han ido siendo tapiadas con bloques de hormigón en las diferentes escaladas violentas que se han sucedido en el último año, hasta convertirla en un fortín.

Fotografía Barack Obama
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