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Cómo montar un negocio en el desierto
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EL PILOTO MANUEL PLAZA ACERCA LAS DUNAS DEL PARÍS-DAKAR

Cómo montar un negocio en el desierto

Manuel Plaza, experimentado piloto del París-Dakar, es capaz de transformar una situación límite en un momento divertido y seguro en pleno desierto

Foto: Fotos: Enrique Villarino
Fotos: Enrique Villarino

“Qué, ¿os gusta? Esto es impresionante, ¿eh?”. Un conductor debe tener la situación controlada para mirar y hablar a los pasajeros del asiento trasero, y si a esto le añadimos que la conducción tiene lugar por una duna a más de 120 km/h, el panorama se torna en peligroso o, como poco, arriesgado. Manuel Plaza (El Herrumblar, Cuenca, 1960) es capaz de transformar esta situación límite en un momento divertido y seguro. La confianza que este experimentado piloto del París-Dakar y campeón de España de 4x4 transmite, hace perder por unos momentos el respeto que se le ha de tener al desierto marroquí de Erg Chebbi. Allí es donde Manuel disfruta como un niño y donde ha decidido montar un negocio. (Vea la galería de imágenes completa)

Marcos (de Quinto) y la gente de Coca-Cola me animaron a montar la compañía. Hasta ahora lo he hecho con amigos, clientes de mi taller o algún viaje de empresa… pero me insistieron y aquí estoy”. No todos los días el presidente de Coca Cola España, copiloto habitual de Manolo desde 2004, anima (y ayuda a través de Burn) a alguien a abrir un negocio. El conquense, que normalmente hace caso a las instrucciones de Marcos cuando va pilotando por terrenos empedrados o arenosos a más de 150 km/h, también siguió su consejo en esta ocasión. Así nace ‘Plaza Aventura’, el establecimiento en el desierto de un piloto profesional cuyo objetivo, además de mostrar la cultura marroquí y la conducción sobre dunas en 4x4, es el de ser capaz de acudir al buen humor ante una tesitura complicada. Algo aplicable a la actual situación económica y política de España.

“La cagamos, Luis”

La famosa frase de Carlos Sainz a su copiloto Luis Moya -“la cagamos, Luis”- se convierte en algo recurrente cuando se da un ‘paseo’ por las dunas a los mandos de un todo terreno. Cada piloto y copiloto deben iniciar la aventura con la reductora en marcha, ruedas con la presión baja –en torno a 1 bar- y una mentalidad preparada para afrontar cualquier tipo de contratiempo. Al principio, la sensación de este terreno recuerda vagamente al de la nieve, aunque aquí el peligro no es un resbalón, si no quedarse atascado y ser engullido por la arena… algo que no tarda en llegar.

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El primer parón suele venir por el miedo de querer subir una duna a gran velocidad. “Venga, ahora vas a dar marcha atrás fuerte y después, en segunda, gas a fondo”, Manolo, a través de una radio que conecta cada 4x4 con el suyo, muestra el camino para llegar a la cima. Esas primeras indicaciones no acaban ahí cuando por dicha radio, a continuación, se escucha: “Y nada más subir giro rápido a la izquierda porque de frente hay una caída a una olla”. La ejecución ha de ser casi perfecta para salir airoso de la situación.

Cuando Manolo se disfraza de ‘Supermanolo’

En principio, puede que la tarea no sea demasiado compleja, pero si la mente está nublada el piloto no será capaz de sacar el vehículo de donde se encuentra metido (en el peor de los casos, Manolo o Supermanolo -depende de la dificultad de la tarea-, interviene personalmente). Es obligatorio mantener fría la cabeza para saber leer cada duna correctamente. Aquí, a diferencia de otros terrenos, no sirve ir más despacio para controlar la situación.

“Cuidado con dar saltos, son peligrosos. Cuando se llegue a la cresta hay que frenar porque está cortada y si vamos rápido podemos volcar”. Manolo va abriendo el paso y avisando de unos obstáculos que cambian su forma prácticamente cada mes. Aunque las dunas no cambien de sitio, sí que varía la cresta y la arena (más o menos compacta, dependiendo de la temperatura).

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Según se van superando dunas, la confianza del piloto va creciendo… hasta que ‘atasca’. Poco a poco, cada coche va sabiendo localizar su fallo en la conducción. “Recordad que si os vais a quedar atrapados debéis poner el morro del coche y las ruedas delanteras hacia donde te indique la duna para no hundirse. A partir de ahí, buscar otra alternativa o cogéis carrerilla”, se escucha por radio. Antes de aprender, hay que tropezar unas cuantas veces y desenterrar unas cuantas ruedas.

Placeres a 50ºC

“Venga, subimos una más y paramos para tomar un refresco, agua o lo que queráis”. A casi 50ºC, poder disfrutar de una Coca-Cola en mitad del desierto, se convierte en otro pequeño placer.

Al cabo de unas horas, la tensión de la conducción por dunas se convierte en una especie de adicción y uno empieza a entender por qué Manolo Plaza había decidido montar un negocio en el desierto y por qué su felicidad se ve colmada entre las montañas de arena. Su personalidad afable, divertida y bromista es idóneo para fabricar un ambiente donde las risas acompañan al comprometido trayecto por las dunas.

¿Y cómo alguien de Cuenca ha llegado hasta aquí? “Yo soy torpe en muchas cosas, pero es que subir y bajar dunas se me da bien. No sé”. Manolo no tiene una explicación concreta a su don sobre la arena. “Es el mejor, o uno de los mejores, pilotos en dunas de todo el mundo”, asegura Marcos de Quinto. Esta frase se confirma cuando una mañana, después de dormir en haimas, Plaza asciende por tandas a los ‘aventureros’ hasta la cima de la Gran Duna, de 300 metros de altura y dificultad extrema. Allí, el piloto español sube la adrenalina de los pasajeros poniendo su 4x4 a más de 150 km/h. Una experiencia, otra más, difícil de olvidar.

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La Gran Duna a sus pies

“Ni las fotografías ni los vídeos son capaces de reproducir fielmente las pendientes y la velocidad a la que vamos”. Nada más bajar del vehículo, Manuel muestra cierta decepción al ver cómo las imágenes de su vertiginoso trayecto por la Gran Duna no refleja la montaña rusa en la que se convierte. Lo interesante es ver cómo la agitación en las caras y corazones de los pasajeros sí que expresan a la perfección la excitación de este viaje a manos de Manolo.

Fuera de las dunas, el convoy también tiene tiempo para adentrarse en plateaus y tramos por tierra del París-Dakar, hoy en día llamado Africa Race. En estos casos hay que prácticamente triplicar la velocidad a la que uno circula para dar con los kilómetros por hora a la que corren los pilotos profesionales por aquellos parajes.

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Manuel Plaza, el Iniesta de las dunas, ha decidido invertir y establecer un negocio donde el buen humor ayuda a superar el riesgo y los pequeños sustos del camino. Leyendo esta última frase podría parecer que se está hablando de una empresa que ha abierto en la actual España… esta idea seguramente sea más peligrosa que conducir por el mismísimo desierto.

“Qué, ¿os gusta? Esto es impresionante, ¿eh?”. Un conductor debe tener la situación controlada para mirar y hablar a los pasajeros del asiento trasero, y si a esto le añadimos que la conducción tiene lugar por una duna a más de 120 km/h, el panorama se torna en peligroso o, como poco, arriesgado. Manuel Plaza (El Herrumblar, Cuenca, 1960) es capaz de transformar esta situación límite en un momento divertido y seguro. La confianza que este experimentado piloto del París-Dakar y campeón de España de 4x4 transmite, hace perder por unos momentos el respeto que se le ha de tener al desierto marroquí de Erg Chebbi. Allí es donde Manuel disfruta como un niño y donde ha decidido montar un negocio. (Vea la galería de imágenes completa)

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