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Juárez vuelve a la vida tras cuatro años como la ciudad más peligrosa del mundo
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LOS ASESINATOS BAJAN DE MÁS DE 3.000 EN 2010 A 746 EN 2012

Juárez vuelve a la vida tras cuatro años como la ciudad más peligrosa del mundo

Ciudad Juárez comienza a respirar después de ostentar por tres años consecutivos el triste título de ser la urbe más peligrosa del mundo, y de permanecer

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Juárez vuelve a la vida tras cuatro años como la ciudad más peligrosa del mundo

Ciudad Juárez comienza a respirar después de ostentar por tres años consecutivos el triste título de ser la urbe más peligrosa del mundo, y de permanecer en segundo lugar en 2011, prácticamente empatada con la hondureña San Pedro Sula. Asesinatos, feminicidio, secuestros, violaciones y extorsiones han construido la terrible imagen de esta ciudad fronteriza, y han alimentado numerosas obras documentales, periodísticas y de ficción. El nombre de Ciudad Juárez ha estado irremediablemente unido a la violencia más cruel, y ha encarnado como ninguna otra población la ola de muertes e impunidad que sufre México desde que se declarara la guerra al narcotráfico.

Sin embargo, la satánica Santa Teresa que retrató Roberto Bolaño en su aclamada novela 2666, basándose en los cientos de mujeres asesinadas desde los años 90 en Juárez, comienza a recuperar parte de la seguridad perdida y a reactivar su vida ciudadana. El año pasado se registraron solo 746 asesinatos hasta el 27 de diciembre, según la Fiscalía del Estado de Chihuahua. Una cifra sin duda trágica para esta ciudad de millón y medio de habitantes, pero que contrasta felizmente con los 1.940 homicidios de 2011 y, especialmente, con los 3.084 de 2010.

El ritmo al que se han reducido los asesinatos es muy superior al de otras regiones de América Latina azotadas por la violencia, y ha desencadenado una ola de optimismo entre autoridades y analistas. De acuerdo con los datos oficiales, no solo ha caído el número de homicidios, sino que el aumento de la seguridad ha afectado a otros delitos graves. Así, los atracos a comercios han bajado de los 3.287 de 2010 a los 741 de 2012; y los robos de vehículos han pasado de 12.478 a 4.851 en el mismo periodo.

Las autoridades presumen también de que 3.500 empresarios han dejado de pagar extorsiones gracias a las detenciones practicadas; mientras que han sido desarticuladas 23 bandas de secuestradores, y 1.711 prófugos han sido detenidos. De hecho, por primera vez en cuatro años, en diciembre se llegó a vivir un fin de semana completo sin homicidios, algo insólito en Juárez. Y, a diferencia de lo que ocurre cuando crece la violencia, esta mejora tiene ya varios padres, puesto que diferentes instancias oficiales se arrogan el mérito del cambio.

Lo cierto es que los delitos cayeron rápidamente desde que el Ejército, en 2010, y la Policía Federal, a finales de 2011, se retiraron de la ciudad, dejando en manos de las fuerzas municipales la gestión de la seguridad. Y es que muchos de los abusos y violaciones de los derechos humanos estaban vinculados a la presencia de soldados y agentes federales en las calles, aunque estas prácticas no desaparecieron por completo con la Policía Municipal. 

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Coto a los abusos policiales

Para los más críticos, el descenso de la violencia responde a la hegemonía de un cartel de la droga sobre el resto, aunque otra de las causas habría que buscarla en la Mesa de Seguridad instalada en la ciudad, enmarcada en la estrategia Todos Somos Juárez. Este foro ha reunido a representantes de los gobiernos federal, estatal y municipal con figuras de la sociedad civil, incluidos abogados, jóvenes, empresarios o médicos. Además de compromisos en el ámbito de la seguridad, la estrategia recogió medidas en educación, sanidad, desarrollo social, economía e inserción laboral. La Mesa nació del anterior Ejecutivo de Felipe Calderón (PAN), por lo que la alcaldía, en manos del PRI, tuvo que crear un puesto de enlace, cargo que ejerce Clara Torres, también del PAN.

“Una de la claves ha sido la participación ciudadana, de los líderes de opinión, y que se hayan sentado juntos Gobierno, Estado, municipio, sociedad, jueces, etc.”, apuntó Torres a El Confidencial. “Es importante que participen miembros de la sociedad sin un interés de gobierno. Ahora todos los datos se publican, no se esconden los malos en un archivo de un burócrata. Los malos datos involucran a todos, y todos se preocupan de hacerlo mejor”. “La Mesa ha buscado fortalecer las instituciones y detectar los vicios en los procesos”, destacó.

Para Torres, dejar a la Policía Municipal a cargo de la seguridad, en lugar del Ejército y la Federal, también ha resultado positivo: “La Municipal es mejor porque tiene arraigo en la comunidad. Viven aquí, y sus familias, también. Los que vienen de fuera son anónimos y pueden sentirse más libres para cometer abusos”. Precisamente, el combate a los abusos policiales ha ocupado buena parte del trabajo de Torres. “La delincuencia bajaba, pero la adrenalina de los policías seguía alta y se mantenían los abusos”.

Para reducir esta veta criminal, se comenzaron a recolectar denuncias ciudadanas con mesas callejeras en las zonas donde más casos se habían detectado, y se dio orden a los mandos policiales para que sus agentes dejaran de detener “a cualquiera bajo cualquier pretexto, como no llevar la identificación”. Asimismo, se advirtió a los policías que no debían quedarse con los documentos de identidad de los ciudadanos, táctica utilizada como amenaza para que no se denunciaran los abusos. “Las denuncias de abuso han bajado entre un 60 y un 70%”, aseguró Torres, aunque reconoció que por cada queja puede haber cinco víctimas que no se atreven a denunciar.

La impunidad permanece

Pero, al margen de las cifras y de los réditos políticos que esperan recoger las autoridades locales y estatales, el cambio de tendencia también resulta un alivio para los juarenses, cansados de verse estigmatizados por la violencia. “A pesar de lo bueno y de lo malo, Ciudad Juárez es una ciudad como pocas. Es un eclecticismo cultural, social, económico y regional. Una ciudad con una esperanza interminable”, señala Jorge Arreola, un joven fotógrafo juarense.

“Estos años la diversión se buscaba en lugares muy específicos y en tiempos específicos, en casas o en restaurantes. Los que no habían tenido ataques, o donde había habido menos muertos, o no fueron quemados”, recuerda. “La llegada del PRI y de Peña Nieto ha dado certidumbre a la gente, pero una certidumbre aparente, pues las cosas no han cambiado tanto, pero claro que el PRI tiene más experiencia mediática de cómo manejar la violencia”.  No obstante, Arreola también cree que el ambiente ha cambiado en las calles: “La gente también se hartó de sentir miedo y empezó a salir a la calle, a hacer cosas y a vivir su vida, como siempre lo hizo, pero sin tanto miedo”.

En todo caso, pese al cambio de tendencia, Ciudad Juárez todavía está lejos de resarcir a las víctimas de los últimos años. La pasada semana, madres de desaparecidas protagonizaron una marcha desde Juárez  hasta Chihuahua para reclamar justicia al gobernador del Estado, dada la lentitud de las investigaciones y de las identificaciones de los restos de víctimas encontrados. De acuerdo con organizaciones como Amnistía Internacional, México no protege adecuadamente a las mujeres de la violencia, mientras que la impunidad campa a sus anchas. El índice de la estadounidense The World Justice Project sitúa a México en el puesto 91 de 97 países en impartición de justicia penal, lo que califica su sistema judicial entre los peores del mundo.

Ciudad Juárez comienza a respirar después de ostentar por tres años consecutivos el triste título de ser la urbe más peligrosa del mundo, y de permanecer en segundo lugar en 2011, prácticamente empatada con la hondureña San Pedro Sula. Asesinatos, feminicidio, secuestros, violaciones y extorsiones han construido la terrible imagen de esta ciudad fronteriza, y han alimentado numerosas obras documentales, periodísticas y de ficción. El nombre de Ciudad Juárez ha estado irremediablemente unido a la violencia más cruel, y ha encarnado como ninguna otra población la ola de muertes e impunidad que sufre México desde que se declarara la guerra al narcotráfico.