Mali, a las puertas de "diluirse en un Estado fallido"
La realidad sociopolítica y económica de todo el noroeste africano, y no solo la de Mali, es fruto de un débil equilibrio que podría quedar trastocado
La realidad sociopolítica y económica de todo el noroeste africano, y no solo la de Mali, es fruto de un débil equilibrio que podría quedar trastocado irremediablemente con la crisis que atraviesa el país y el riesgo creciente de verse desmembrado hasta "diluirse en un eventual Estado fallido similar a Somalia o Guinea-Bisáu". Es la principal conclusión a la que llega un estudio del Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional (IGADI) tras analizar el creciente conflicto en este área del suroeste sahariano, su contagio a la zona fronteriza con Argelia y sus repercusiones en todo el Magreb.
Este sábado, fuentes de seguridad locales dieron por muertos a los últimos rehenes secuestrados por milicias islamistas en una planta de gas argelina situada cerca de In Amenas, en el sureste del país. Tras la liberación de un centenar de ellos este viernes y la aparición en la mañana del sábado de quince cadáveres calcinados, los occidentales restantes morían durante la ofensiva final del Ejército argelino para hacerse con el control de la planta de gas. Francia, mientras tanto, continúa con el despliegue de sus fuerzas militares en el centro de Mali para combatir junto al Ejército local a los rebeldes islamistas y tuaregs que controlan el norte del país y cuyo poderío se extiende hacia el sur.
Pero la situación, según IGADI, va más allá de los intereses meramente territoriales. El enfrentamiento directo entre Francia y Al Qaeda en suelo maliense, la rebelión secesionista de los tuareg del Sahara y la persistencia de la actividad de mafias del narcotráfico en rutas que atraviesan el país desde el Golfo de Guinea son, según el centro gallego, los tres factores principales que explican el enconamiento de este conflicto en el norte de Africa.
Una 'yihad' sobre Francia
La primera interesada en la estabilidad de Mali es Francia, "que durante años exhibió este país como un ejemplo de transición democrática para el África francófona". El informe, que critica la errática postura de París tras el golpe de Estado perpetrado por el capitán Amadou Sanogo en marzo de 2012, recuerda que las autoridades galas lo reprobaron en un primer momento pero al poco empezaron a mostrarse más amable con las nuevas autoridades del país, en particular tras la petición que hicieran de una intervención militar con "el propósito de luchar contra la rebelión tuareg y la eventual expansión de las milicias yihadistas, en especial de la Al Qaeda en el Magreb Islámico, por la región del Sahel".
A finales de 2012 y a través de un vídeo titulado Mali: una guerra de poder francesa, Abu Musab Abdul Wadud, jefe de Al Qaeda en el Magreb Islámico, amenazó al Gobierno de Françoise Hollande con "iniciar una yihad contra Francia" que empezase con la muerte de seis cooperantes franceses retenidos como rehenes en el norte de Mali. Según el informe, estas amenazas sirvieron hasta ahora como medida persuasiva contra París "para no intervenir militarmente en Mali y así no obstaculizar los planes de Al Qaeda de confeccionar un califato integrista islámico en África Occidental y en el Sahel, con capacidad de repercusión en países como Mauritania, Níger y en el resto del Magreb, justo a las puertas de la periferia mediterránea europea".
Secesionismo tuareg
Las ciudades de Tombuctú, Gao y Kidal, en el norte del país, tienen también un peso específico en el conflicto internacional desatado en el norte de África. En estas localidades, "santuarios históricos y culturales para la comunidad tuareg", operan cuatro grandes grupos rebeldes, principalmente integrados por facciones de los propios tuareg (nómadas de origen bereber) y de otras etnias y comunidades que se consideran discriminadas por las autoridades de Bamako, la capital de Mali.
Al independentista Movimiento de Liberación Nacional de Azawad se unen así el grupo salafista Ansar Dine (Partidarios de la Religión) y el Movimiento por la Unidad y la Yihad en África Occidental. "Todos estos grupos vienen realizando operaciones paramilitares y terroristas en países vecinos como Argelia, Mauritania, Níger e incluso Marruecos, con el evidente interés en regionalizar el conflicto de Azawad y Mali", apunta IGADI.
El peso del narcotráfico
Este riesgo real de secesión es el principal factor que explica la intervención de Francia, temerosa de un hipotético nuevo Estado islamista en los bastiones de poder del integrismo, cuya influencia en la zona de Azawad va mucho más allá de lo ideológico.
El informe recuerda que la consolidación de las milicias secesionistas y yihadistas en el desierto del Sahel y en la región de Azawad provocó "la repartición del negocio de la droga, del contrabando y de la extorsión" entre estos grupos, que lo utilizarían "como fuentes de financiación de sus actividades". Con anterioridad, "una fatwa o edicto enviado por los grupos afiliados a Al Qaeda en el Magreb Islámico realizada en 2001 legitimó la realización de estas actividades delictivas como método de financiación para alcanzar la yihad".
De este modo, el análisis también cuestiona los "intereses reales detrás del golpe militar de marzo de 2012" y propone que diversos grupos militares liderados por el capitán Sanogo podrían "pugnar por el combate contra los insurgentes y las milicias en el norte del país para controlar el flujo de distribución de la droga y del contrabando".
La ruta de la droga en el Sahel pasa por el Golfo de Guinea procedente de América Latina, "con descargas anuales estimadas entre 50 y 70 toneladas de mercancía". La droga es posteriormente distribuida a través de Mali y Mauritania hacia Marruecos y Libia. Las mafias del narcotráfico, concluye el informe, necesitan "esta ruta de transporte que precisamente transita por los territorios controlados por las milicias tuareg y los grupos yihadistas, los cuales cobran elevados peajes para permitir su transporte".
Movilización internacional
Mientras tanto, la comunidad internacional empieza a movilizarse aunque no tanto como quisiera Francia, que despliega un importante aparato diplomático para sumar apoyos a su entrada en Mali.
Sin referirse a este país, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas condenó este sábado los "atroces" acontecimientos sucedidos en Argelia, proclamando "la necesidad de llevar ante la Justicia a los perpetradores, organizadores, financiadores y patrocinadores de estos censurables actos de terrorismo" y apremiando a la comunidad internacional a "cooperar de forma activa" con las autoridades argelinas en la operación de liberación.
También los países de muchos de los rehenes occidentales (entre otros, estadounidenses, franceses, japoneses, irlandeses, noruegos y británicos) estudian la situación. Estados Unidos ya ha confirmado la muerte de uno de sus ciudadanos en Argelia, aunque no ha especificado cómo murió ni cuántos otros estadounidenses son rehenes de los terroristas. Este viernes, la portavoz del Departamento de Estado, Victoria Nuland, rechazó ante los medios la posibilidad de negociar la liberación de americano alguno. "Estados Unidos no negocia con terroristas", sentenció. También el Gobierno japonés se reunía de urgencia el viernes para estudiar sus movimientos. El primer ministro Shinzo Abe ya ha advertido de que Japón respondería con contundencia a la situación.
En España, el ministro de Defensa Pedro Morenés anunció este viernes que España enviará a Mali un avión de transporte Hércules y entre cuarenta y cincuenta instructores para apoyar la misión de Francia como lo hacen otros países de la Unión, como Reino Unido y Alemania. Aunque España no contribuirá con tropas de combate en suelo maliense, ha acordado permitir el tránsito por el espacio aéreo de aviones de la Unión Europea y de la OTAN involucrados en las operaciones en Mali.
La realidad sociopolítica y económica de todo el noroeste africano, y no solo la de Mali, es fruto de un débil equilibrio que podría quedar trastocado irremediablemente con la crisis que atraviesa el país y el riesgo creciente de verse desmembrado hasta "diluirse en un eventual Estado fallido similar a Somalia o Guinea-Bisáu". Es la principal conclusión a la que llega un estudio del Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional (IGADI) tras analizar el creciente conflicto en este área del suroeste sahariano, su contagio a la zona fronteriza con Argelia y sus repercusiones en todo el Magreb.