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El sinuoso discurso de Mohamed Morsi
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EL GOBIERNO EMITE MENSAJES QUE MATIZAN SU FÉRREA POSICIÓN

El sinuoso discurso de Mohamed Morsi

El Gobierno egipcio hace equilibrismos para mantener firme su posición, a la vez que modula progresivamente su postura. El pasado jueves el mandatario egipcio, Mohamed Morsi,

Foto: El sinuoso discurso de Mohamed Morsi
El sinuoso discurso de Mohamed Morsi

El Gobierno egipcio hace equilibrismos para mantener firme su posición, a la vez que modula progresivamente su postura. El pasado jueves el mandatario egipcio, Mohamed Morsi, instaba a la oposición a mantener un diálogo para salir de la crisis, al tiempo que acusaba a “elementos corruptos del antiguo régimen” de incitar las protestas violentas. El principal movimiento opositor rechazó la oferta, ya que entre las palabras del presidente no estaban la cancelación de los decretos que blindan sus decisiones ni la retirada del referéndum constitucional.

La asociación de los opositores con miembros del antiguo régimen es un fantasma que agitan los Hermanos Musulmanes para justificar las medidas tomadas del presidente. El rechazo de los jueces, quienes se ven directamente afectados por los decretos, sirve de aldabonazo a los islamistas, ya que gran parte de la judicatura desarrolló su carrera bajo el arbitrario régimen de Hosni Mubarak. Los analistas locales y medios de comunicación más afines a los islamistas han seguido ese argumento a rajatabla.

“Tomé estos decretos para garantizar la seguridad de la nación” y esquivar así los “obstáculos desde distintos sectores para progresar en el camino a la democracia y en los objetivos de la revolución”, remarcaba el presidente en ese discurso. Este ha sido el mantra que han repetido tanto el propio Morsi como los miembros de su Gobierno desde que aprobó las enmiendas hace ya más de dos semanas.

El Tribunal Constitucional tumbó primero el Parlamento y después la primera Asamblea Constituyente que se formó con el objetivo de redactar la Carta Magna. Y hasta que Morsi blindó el nuevo órgano, el Alto Tribunal amenazaba con hacer lo propio con el nuevo órgano. Egipto debe esperar a tener una nueva Constitución para elegir un nuevo Parlamento, por tanto la parálisis de este cuerpo significaba el bloqueo del resto de las instituciones.

Retira el decreto, no el referéndum

Éste el discurso oficial que ha mantenido Morsi hasta la fecha y que lo aferra a la convocatoria de ese referéndum constitucional, que no acepta retirar. Aunque el paso de los días y el empeoramiento de la situación han terminado por modificar este mensaje. Anoche el presidente decidió retirar el controvertido decreto que cancelaba sus poderes, pero no la convocatoria del plebiscito sobre la Carta Magna. Otra enmienda constitucional sustituye a la anterior, aunque ya sin el blindaje de las decisiones del presidente ante posibles veredictos de la Justicia.

Se espera una respuesta clara de la oposición, aunque distintos grupos ya han convocado manifestaciones para este domingo, al rechazar esta propuesta. Los líderes opositores parecen entender este último movimiento como una concesión envenenada, ya que el acta constitucional blindaba la Asamblea Constituyente, que ya ha finalizado sus trabajos. El texto aprobado sólo por los islamistas mediante ciertos atajos legales será el que se someterá al referéndum, según las últimas decisiones del presidente.

La convocatoria al diálogo, por tanto, no tuvo éxito, ya que los principales líderes opositores no comparecieron como ya habían anunciado. El Ejército trató de interceder en la cerrazón de ambas partes con un llamamiento al consenso, aunque la oposición siguió sin dar señales de vida. Los únicos grupos que acudieron a la cita con la Presidencia fueron los islamistas.

Los perros de presa del presidente

Los principales partidos islamistas salieron de esa reunión asegurando que el referéndum debe celebrarse en su fecha prevista, “sin retrasos ni modificaciones” y manteniendo una defensa cerrada de la “legitimidad del presidente”. Los dos actores protagonistas son el partido salafista Al Nur, que apoya en estos momentos firmemente al presidente, y el brazo político de los Hermanos Musulmanes, al que Morsi perteneció hasta llegar al Gobierno.

Tanto la formación política como el propio movimiento de la hermandad han sido quienes han tomado una postura más beligerante en esta crisis. Ayer el líder espiritual de la cofradía, Mohamed Badia, aseguraba en rueda de prensa que grupos opositores violentos han quemado estos días casi una treintena de sus sedes e insistió en garantizar “la legitimidad del presidente cueste lo que cueste”.

Aunque los ataques contra la oposición han ido mucho más allá. Distintos líderes del partido han acusado en televisión a los manifestantes opositores acampados a las puertas de palacio de guardar alcohol y drogas. La cuenta oficial de Twitter del movimiento ha tratado por todos los medios de deslegitimar las manifestaciones contrarias. E incluso el nuevo fiscal general del Estado, designado por Morsi tras los polémicos decretos, ha tramitado una demanda en la que acusa a los principales líderes opositores de organizar un complot contra el Estado, en el que llega a involucrar a la exministra de Exteriores israelí, Tzipi Livni.

Estos mensajes calan entre sus fieles. Hace unos días en una de esas demostraciones de fuerza organizadas por los Hermanos Musulmanes para sacar a miles de sus seguidores a las calles, uno de los asistentes gritaba: “Ni Europa ni nadie nos van a enseñar lo que es la democracia, nosotros hemos elegido democráticamente a nuestro presidente y él tiene derecho a gobernar”. Ni estos manifestantes ni los del otro bando acogen con simpatía que sus líderes se sienten a negociar con el contrario.

El Gobierno egipcio hace equilibrismos para mantener firme su posición, a la vez que modula progresivamente su postura. El pasado jueves el mandatario egipcio, Mohamed Morsi, instaba a la oposición a mantener un diálogo para salir de la crisis, al tiempo que acusaba a “elementos corruptos del antiguo régimen” de incitar las protestas violentas. El principal movimiento opositor rechazó la oferta, ya que entre las palabras del presidente no estaban la cancelación de los decretos que blindan sus decisiones ni la retirada del referéndum constitucional.