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Las 'amistades peligrosas' de Julian Assange y el presidente ecuatoriano Rafael Correa
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EL FUNDADOR DE WIKILEAKS PIDE ASILO A ECUADOR

Las 'amistades peligrosas' de Julian Assange y el presidente ecuatoriano Rafael Correa

Su arresto es simplemente domiciliario y la acusación en su contra, por presunta agresión sexual. La verdadera magnitud del conflicto que protagoniza Julian Assange, no obstante, no

Foto: Las 'amistades peligrosas' de Julian Assange y el presidente ecuatoriano Rafael Correa
Las 'amistades peligrosas' de Julian Assange y el presidente ecuatoriano Rafael Correa

Su arresto es simplemente domiciliario y la acusación en su contra, por presunta agresión sexual. La verdadera magnitud del conflicto que protagoniza Julian Assange, no obstante, no la ilustran los cargos que se le imputan oficialmente, sino la movilización a su favor o contra de varias naciones de todo el mundo, entre ellas enemigos tan reconocibles como Washington y el Kremlin.

Después de sorprender el pasado martes pidiendo asilo en la embajada de Ecuador en Londres, el fundador de WikiLeaks ha conseguido para su causa el estatus político –hasta hoy era solo judicial– y descentralizar la decisión de su extradición, que corresponde ahora a las legaciones diplomáticas de Quito, Londres y Oslo. En paralelo, crecen en número los que se preguntan por qué el proclamado héroe de la información libre ha elegido exiliarse en un destino, Ecuador, cuyo Gobierno se afana en reprimir toda crítica a su presidente y en el que la libertad de prensa brilla por su ausencia. 

La pequeña nación se ha convertido así en la última e inesperada incorporación a un enrevesado ajedrez diplomático y político a varias bandas cuyos contendientes oficiales y oficiosos –además de los citados, también Estados Unidos, RusiaBrasil y Australia– reeditan con el pretexto de WikiLeaks confrontaciones ideológicas y políticas más antiguas –y en ocasiones, mucho más elementales– que las que atañen en exclusiva a este proclamado héroe de la información libre.

Estados Unidos y la 'vía' escandinava

Julian Assange fue detenido en Londres en diciembre de 2010 a requerimiento de Suecia, en donde fue acusado de varios delitos de agresión sexual. Los cargos a lo que Assange se enfrenta en el país nórdico, y por los que ha permanecido arrestado en Londres durante más de 18 meses, no están relacionados con las graves acusaciones a las que se enfrenta en Estados Unidos, pero sus defensores temen que el traslado del australiano al país escandinavo sea la primera parada de un tour penal que acabará inexorablemente en tierras norteamericanas.

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Otros van más allá y aventuran, aunque sin pruebas, que ha sido el propio Gobierno estadounidense el que ha urdido en la sombra este itinerario penal para el exhacker. Unas suspicacias que no han hecho sino acentuarse desde la filtración a la prensa, hace unos meses, de un e-mail confidencial en el que un alto cargo de Stratford –una compañía privada concesionaria de labores de inteligencia de la CIA– respondía a una comunicación procedente de la Administración estadounidense que incorporaba la siguiente afirmación: "Hemos aprobado ya la acusación de Assange". La comunicación venía acompañada de contundentes advertencias contra la divulgación o publicación de la noticia. Según la ley federal competente –la draconiana Espionage Act de 1917, por la que también se juzga al soldado Bradley Manning–, a Estados Unidos le bastaría con la custodia legal de Julian Assange para proceder a un prolongado arresto sin necesidad de formular antes cargos o acusaciones formales.

Así las cosas, Assange parece haber perdido esa confianza en la Justicia de la que ha hecho gala durante sus largos meses de arresto domiciliario en Reino Unido. Tras agotar todos los recursos legales y haber postergado todo lo posible su extradición a Suecia –programada finalmente para el próximo 28 de junio–, el australiano se refugiaba el pasado martes entre las cuatro paredes de la embajada ecuatoriana y obligaba a que fueran las legaciones diplomáticas, y no la autoridad judicial británica, las que decidan sobre su destino. Las autoridades de Reino Unido no se han pronunciado aún sobre el hecho, pero las policiales de Scotland Yard han anunciado que Assange ha violado la libertad condicional y se expone a su detención inmediata si abandona su santuario legal. Si la resolución diplomática del conflicto parece complicada para Assange, su mero desenlace físico no implicará menos dificultades.

Correa, Assange y un enemigo común

La pelota está ahora en el tejado de Rafael Correa, que mantiene con Assange una sintonía quizás sorprendente, pero no nueva.

El 29 noviembre del 2010 –un día después de que WikiLeaks filtrase a la prensa miles de documentos del Departamento de Estado en ell lamado Cablegate–, el viceministrode Relaciones Exteriores del Ecuador, Kintto Lucas, ofreció a Julian Assange la posibilidad de asilo en la nación sudamericana "sin ningún tipo de condicionamiento". Unas horas más tarde, el propio presidente Correa desautorizaría a su subalterno, matizando que Lucas había extendido esa oferta a título personal y sin haber consultado, como es preceptivo, al canciller o al presidente. Correa no quiso entonces mojarse por Assange y la noticia apenas trascendió más allá de las fronteras ecuatorianas.

Desde entonces hasta hoy, sin embargo, el presidente ecuatoriano ha desarrollado más afecto hacia el fundador de WikiLeaks. El entendimiento es tal que el propio Correa fue el sexto invitado de Assange en World Tomorrow, el programa de televisión que el australiano dirige desde su arresto domiciliario en Londres.  

El programa, de marcado carácter político y antinorteamericano, es difundido televisivamente y online por la cadena Rusia Today. Su estreno a principios de este año abrió una verdadera fractura entre los defensores de Assange, muchos de los cuales entendieron que el activista se apeaba de una causa supuestamente filantrópica y en cierto modo universalista para alinearse políticamente, sin más, con los enemigos políticos de Estados Unidos. El propio Assange quiso anticiparse a las críticas ironizando en su primera emisión sobre el asunto: "Ya me imagino las críticas obvias. Ahí está Assange, el enemigo combativo, el traidor, acostándose con el Kremlin y entrevistando a terribles radicales de todo el mundo".

El abanderado de la transparencia, en tierras opacas

Y uno de esos "radicales", Rafael Correa, ve en Assange a un aliado. En su entrevista del pasado 22 de mayo, el presidente de Ecuador llegó a afirmar ante el activista que las filtraciones de WikiLeaks habían fortalecido a su Gobierno.

La nación sudamericana se significó entonces por la violenta expulsión –en términos diplomáticos– de la embajadora estadounidense, Heather Hodges, después de conocer gracias a las filtraciones que había criticado el celo nacionalista del Ejecutivo de Correa. "Las grandes acusaciones de la embajada de Estados Unidos eran el excesivo nacionalismo y defensa de la soberanía del gobierno ecuatoriano. Y por supuesto que somos nacionalistas y que defendemos la soberanía del país", se jactó el mandatario durante la entrevista.

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La de Correa, no obstante, es una visión muy pobre de las verdaderas críticas que se le hacen a su Ejecutivo. El vigente mandatario ecuatoriano goza de un poder mayor que sus predecesores, arropado por una red de medios de comunicación públicos a disposición de su discurso y una Constitución –la que rige en Ecuador desde 2008– que limita las medidas de control al Gobierno. Además, en mayo de 2011 ganó un referéndum de su propia autoría para la reforma judicial y el control de la prensa, que desde entonces se expone a la censura previa o la posterior represalia de un consejo con representación gubernamental. En más de una ocasión ha insinuado que varios medios de comunicación privados internacionales y locales mantienen un boicot organizado contra su persona y su Gobierno. 

Assange, de momento, no se siente aludido por los muchos analistas que han juzgado paradójica su petición de asilo en un país, el ecuatoriano, cuya libertad de información se ha visto sensiblemente mermada en los tiempos recientes. Para sus incondicionales es probable que Assange no tuviera opción, pero para muchos de sus críticos el australiano se ha 'retratado' en su gesto, pudiendo haber acudido a la embajada de alguna de las otras naciones cuyos gobiernos han significado su apoyo, como Australia o Brasil. De momento, Assange sólo ha explicado escuetamente a la agencia Reuters que "está dispuesto" a vivir en Ecuador, un país que le ha prestado "mucho apoyo". 

Su arresto es simplemente domiciliario y la acusación en su contra, por presunta agresión sexual. La verdadera magnitud del conflicto que protagoniza Julian Assange, no obstante, no la ilustran los cargos que se le imputan oficialmente, sino la movilización a su favor o contra de varias naciones de todo el mundo, entre ellas enemigos tan reconocibles como Washington y el Kremlin.

Julian Assange