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Breivik niega su culpabilidad en los atentados y se muestra impasible
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RECHAZA LA AUTORIDAD DE LA CORTE DE OSLO

Breivik niega su culpabilidad en los atentados y se muestra impasible

El ultraderechista Anders Behring Breivik se ajustó al guión esperado en la apertura del juicio en su contra por los atentados del pasado 22 de julio

Foto: Breivik niega su culpabilidad en los atentados y se muestra impasible
Breivik niega su culpabilidad en los atentados y se muestra impasible

El ultraderechista Anders Behring Breivik se ajustó al guión esperado en la apertura del juicio en su contra por los atentados del pasado 22 de julio en Noruega, en los que murieron 77 personas, y, aunque aceptó los hechos, negó su culpabilidad porque sostiene que actuó "en defensa propia".

Breivik apenas pudo hablar esta jornada, pero tuvo tiempo de rechazar la autoridad de la corte de Oslo, que acogerá el juicio las próximas diez semanas. "No reconozco a los tribunales noruegos porque han recibido su mandato de los partidos políticos que apoyan el multiculturalismo", dijo Breivik, de 33 años, quien en consecuencia no se levantó cada vez que los magistrados entraban en la sala.

El primer desafío de Breivik se produjo antes del inicio del juicio, cuando, después de que le quitaran las esposas, extendió el brazo derecho y saludó con el puño cerrado. Y luego se mantuvo impasible mientras la fiscal leía la acusación y nombraba a las víctimas o al reproducirse una llamada a la policía de una joven, encerrada en un baño en la isla de Utøya -escenario de la masacre- mientras se oían de fondo los disparos.

De la sonrisa al llanto

A pesar de que las miradas de los jueces, del fiscal y de los psiquiatras que lo han examinado y evalúan su comportamiento se dirigían hacia él, Breivik ni se inmutó. Incluso esbozó alguna sonrisa al verse en las imágenes captadas por las cámaras de vigilancia o al escucharse a sí mismo en las llamadas que hizo a la Policía el día de los atentados.

Sólo se le vio emocionado con el vídeo propagandístico, resumen de su manifiesto, que colgó en internet el día de los atentados y que hoy se pudo visionar por primera vez en el juicio. Breivik, que hasta hizo amagos de echarse a llorar, se tapó la cara, después de asistir a su visión de la "decadencia cultural" europea frente al Islam y a su llamamiento a los "nuevos cruzados" que deberán salvar el continente.

Frente a la frialdad del extremista, familiares de las víctimas presentes en la sala no pudieron reprimir la emoción ni las lágrimas en varios momentos, aunque de forma contenida. "No fue un reencuentro agradable, está claro, pero ayuda que el juicio haya comenzado", dijo en uno de los descansos del juicio Tore Sinding Bekkedal, superviviente de Utøya y presente en la corte.

En su explicación, el fiscal Svein Holden hizo un repaso a los inicios de Breivik en el mundo de la política, con su paso por las Juventudes del populista Partido del Progreso. Su supuesta participación para crear una red de caballeros templarios para luchar contra el Islam fue considerada una invención por Holden, algo que el acusado ya había admitido hace unas semanas.

El fiscal relató también otros puntos de su vida, como sus ganancias vendiendo pasaportes falsos, su afición por los juegos bélicos o la escritura de "2083: Una declaración de independencia europea", el manifiesto de 1.500 páginas en inglés que Breivik considera su obra cumbre y que difundió por la red el día de los atentados.

Mucho de lo que aparece escrito no son sino ideas copiadas de otros autores, dijo Holden, quien reveló otro dato llamativo. En una de las fotos que aparecen en el manifiesto de Breivik, vestido como militar y con las armas que luego usó en Utøya, se puede ver una etiqueta en un hombro con las leyendas "cazador de marxistas" y "traidor multicultural, caza permitida".

La explicación de Holden, que duró unas tres horas, contó con una descripción de cómo Breivik adquirió los uniformes y las armas, cómo fabricó la bomba y una reconstrucción de los atentados. Esa parte incluyó imágenes tomadas por las cámaras de vigilancia del centro de Oslo, antes y después de la explosión, y un relato minucioso de la masacre que perpetró durante 77 minutos en Utøya, escenario del campamento de verano de las Juventudes Laboristas.

Los fiscales reiteraron que no decidirán hasta el final del juicio si piden cárcel, en caso de que se considere que no es un enfermo mental, o su ingreso en un psiquiátrico, si ocurre lo contrario, debido a que hay dos informes con conclusiones opuestas.

La plataforma que deseaba

Su abogado, Geir Lippestad, insistió en que la defensa pedirá que sea considerado penalmente responsable y, aunque dijo que entiende que las víctimas no estén de acuerdo con que Breivik tenga varios días para declarar, resaltó que es su "derecho fundamental", además de un "medio importante" para explicar "por qué hizo lo que hizo". Lippestad anunció que Breivik tiene la intención de comenzar mañana su declaración, que finalmente se extenderá hasta el lunes, leyendo un resumen escrito, y que luego se explicará sin papeles.

Nueve meses después de los atentados, Breivik contará con la plataforma que deseaba para difundir sus ideas, a la vez que el centro de Oslo, como entonces, se vuelve a cubrir poco a poco de rosas dejadas por los ciudadanos en recuerdo de las víctimas.

El ultraderechista Anders Behring Breivik se ajustó al guión esperado en la apertura del juicio en su contra por los atentados del pasado 22 de julio en Noruega, en los que murieron 77 personas, y, aunque aceptó los hechos, negó su culpabilidad porque sostiene que actuó "en defensa propia".

Breivik apenas pudo hablar esta jornada, pero tuvo tiempo de rechazar la autoridad de la corte de Oslo, que acogerá el juicio las próximas diez semanas. "No reconozco a los tribunales noruegos porque han recibido su mandato de los partidos políticos que apoyan el multiculturalismo", dijo Breivik, de 33 años, quien en consecuencia no se levantó cada vez que los magistrados entraban en la sala.

El primer desafío de Breivik se produjo antes del inicio del juicio, cuando, después de que le quitaran las esposas, extendió el brazo derecho y saludó con el puño cerrado. Y luego se mantuvo impasible mientras la fiscal leía la acusación y nombraba a las víctimas o al reproducirse una llamada a la policía de una joven, encerrada en un baño en la isla de Utøya -escenario de la masacre- mientras se oían de fondo los disparos.