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Gallegos y asturianos poseen nueve de cada diez hoteles de paso que hay en México
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LOS ESPAÑOLES GANAN DONDE LOS MEXICANOS SE DIVIERTEN

Gallegos y asturianos poseen nueve de cada diez hoteles de paso que hay en México

Las distintas oleadas de emigrantes españoles siempre han encontrado la forma de hacer negocio en México. Así las cosas, alguno de ellos se dieron cuenta rápidamente

Foto: Gallegos y asturianos poseen nueve de cada diez hoteles de paso que hay en México
Gallegos y asturianos poseen nueve de cada diez hoteles de paso que hay en México

Las distintas oleadas de emigrantes españoles siempre han encontrado la forma de hacer negocio en México. Así las cosas, alguno de ellos se dieron cuenta rápidamente de que los mexicanos requerían de espacios íntimos para satisfacer sus necesidades eróticas, además de que son sexualmente activos e infieles. Así que abrieron en las primeras décadas del siglo pasado una serie de hoteles que derivaron en hoteles de paso o moteles para estancias cortas.

Detrás de estos negocios hoteleros estuvieron españoles, principalmente gallegos y asturianos que descubrieron en los años 30 y 40 que los mexicanos de la provincia que viajaban a la Ciudad de México necesitaban de hoteles, pero también se dieron cuenta que muchas parejas entraban sin equipaje y estaban en la habitación solo por unas horas. Así que inventaron los hoteles de paso, de los que hoy en la capital mexicana hay más de medio millar, un 90% en manos de gallegos o asturianos o sus descendientes.

Pero este concepto de lugar non santo comenzó a ser revolucionado el año pasado cuando un grupo de hijos de aquellos españoles de la década de los 40 abrieron un motel que invitaba abiertamente a las parejas a tener relaciones en amplias, cómodas y divertidas habitaciones, en las que había desde una piscina hasta una pista para bailes sensuales y donde entran hasta ocho personas.

No hay rodeos, “nos quitamos la máscara”, dice a El Confidencial Juan Carlos Rodríguez, mexicano hijo de gallegos y uno de los propietarios del V Motel Boutique, ubicado sobre el Viaducto, en una de las principales vías de la capital mexicana. 

Todo en el V Motel Boutique -que por las noches es iluminado con un juego de luces multicolores- está envuelto en una atmósfera sexual, en la que se pone al alcance de los visitantes juguetes sexuales, disfraces atrevidos y comida y bebidas afrodisiacas.

“El concepto nace de la necesidad que hay en un sector del mercado, la clase media alta para la que la palabra motel tiene un significado vergonzoso. Esa gente quiere algo más, detallado, con servicios y que tome en cuenta los sentimientos”, afirma Rodríguez, cuyo padre abrió su primer hotel en México hace 45 años.

En general, los moteles u hoteles de paso en México están asociados a lugares de “encuentros prohibidos” y fugaces, a donde se acude para satisfacer una urgencia en una habitación impersonal, por la que una pareja paga desde unos diez euros o menos, según la zona.

El V Boutique es para que una “chica no se sienta moteleada”, llevada a una hotel solo para tener relaciones sexuales. Por eso “apostamos por la apertura, la innovación y por descararnos. Somos revolucionarios, porque creamos un concepto innovador para un segmento específico”, afirma el propietario de este singular motel, con precios para el sector medio alto.

Este motel está hecho no solo para los amantes sino para los matrimonios que quieren disfrutar un rato de intimidad, sin ser interrumpidos por sus hijos y poder explayase sin temor a ser escuchados por sus vecinos. Según Rodríguez, hombres y mujeres que han visitado este motel no lo ocultan sino que lo presumen en las redes sociales, por lo que ir a un motel está pasando de ser un tema de vergüenza a uno de presunción.

“Un motel tiene un sabor que no te da un hotel, sexualmente hablando,” asegura al explicar que las habitaciones tienen un mobiliario para experiencias sexuales divertidas.

Los conquistadores

Los españoles en México se han acompañado siempre, primero para darse la mano y sobrevivir en un país con costumbres diferentes y después para crear negocios: mueblerías, panaderías y baños públicos. Una vez consolidados comenzaron a abrir hoteles, que representaban una inversión mayor y de ahí pasaron a los moteles, cuenta Rodríguez.

Los gallegos se dieron cuenta de que los hoteles eran utilizados solo por unas horas por parejas que iban a lo que iban: a tener relaciones sexuales. De ahí crearon los hoteles de paso o moteles y estos brotaron como hongos.

Según Diana Vázquez, del Tecnológico de Monterrey, el mercado de los moteles “lo conformaban parejas que buscaban un momento de intimidad y privacidad a precios accesibles, ya que en el resto de los hoteles las parejas no podían entrar si no traían una maleta consigo o si el lugar estaba situado junto a un mercado o cerca de una iglesia”.

Los hoteles de paso o moteles tienen una fuerte demanda y aunque no hay cifras de negocios, los fines de semana y los días de quincena se puede apreciar en los  lobby a parejas haciendo cola en esperan de una habitación.

De generación en generación

Solo en la ciudad de México hay unos 800 hoteles, de los cuales  el 65% son de paso y el resto de hospedaje que representan el sustento para unos 800 familias de gallegos, asturianos y sus descendientes, dijo a El Confidencial el ingeniero Rafael García González, presidente de la Asociación de Hoteles de la Ciudad de México.

El 90% de los hoteles de paso son de españoles, quienes pasaron este negocio a sus hijos o nietos y éstos los han ido evolucionado hacia el hotel de de pasaje (de una estancia mayor), añade García González, al apuntar que el 80% de los hoteles de hospedaje también son de españoles o descendientes.

Sin estadísticas, pero con un buen ojo para los negocios, los españoles se dieron cuenta de esta peculiaridad mexicana que se ha comprobado años después. Según un reciente estudio de Encuesta Global sobre Hábitos Sexuales, los mexicanos se asumen como subcampeones de la actividad sexual, con 2,03 encuentros sexuales a la semana, apenas por debajo de los portugueses con 2,05 veces.

Las distintas oleadas de emigrantes españoles siempre han encontrado la forma de hacer negocio en México. Así las cosas, alguno de ellos se dieron cuenta rápidamente de que los mexicanos requerían de espacios íntimos para satisfacer sus necesidades eróticas, además de que son sexualmente activos e infieles. Así que abrieron en las primeras décadas del siglo pasado una serie de hoteles que derivaron en hoteles de paso o moteles para estancias cortas.

Detrás de estos negocios hoteleros estuvieron españoles, principalmente gallegos y asturianos que descubrieron en los años 30 y 40 que los mexicanos de la provincia que viajaban a la Ciudad de México necesitaban de hoteles, pero también se dieron cuenta que muchas parejas entraban sin equipaje y estaban en la habitación solo por unas horas. Así que inventaron los hoteles de paso, de los que hoy en la capital mexicana hay más de medio millar, un 90% en manos de gallegos o asturianos o sus descendientes.

Pero este concepto de lugar non santo comenzó a ser revolucionado el año pasado cuando un grupo de hijos de aquellos españoles de la década de los 40 abrieron un motel que invitaba abiertamente a las parejas a tener relaciones en amplias, cómodas y divertidas habitaciones, en las que había desde una piscina hasta una pista para bailes sensuales y donde entran hasta ocho personas.

No hay rodeos, “nos quitamos la máscara”, dice a El Confidencial Juan Carlos Rodríguez, mexicano hijo de gallegos y uno de los propietarios del V Motel Boutique, ubicado sobre el Viaducto, en una de las principales vías de la capital mexicana. 

Todo en el V Motel Boutique -que por las noches es iluminado con un juego de luces multicolores- está envuelto en una atmósfera sexual, en la que se pone al alcance de los visitantes juguetes sexuales, disfraces atrevidos y comida y bebidas afrodisiacas.