Rick Santorum, el 'ultra' que ofrece algo en lo que creer
Rick Santorum es un hombre familiar. Uno de los golpes más duros que ha recibido en su vida fue la muerte de su cuarto hijo, que
Rick Santorum es un hombre familiar. Uno de los golpes más duros que ha recibido en su vida fue la muerte de su cuarto hijo, que apenas sobrevivió un par de horas tras el parto. Pero cuando los médicos quisieron llevar el cuerpo del bebé a la morgue, Santorum se negó y durmió esa noche en el hospital junto a su mujer, con el niño entre ambos. A la mañana siguiente lo llevó a casa, para que sus otros tres hijos pudieran acunar en sus brazos el cadáver de su hermano.
Así es el nuevo participante en la carrera presidencial: un hombre que puede escandalizar, pero un hombre de principios sólidos. Tras el caucus de Iowa del pasado miércoles, este desconocido de solo 53 años se ha colocado súbitamente en posición de plantar cara al favorito republicano para enfrentarse a Barack Obama. Mitt Romney tuvo más votos (ocho, concretamente) pero Santorum fue el ganador. Al menos el vencedor moral, ante la sorpresa del gran público que no esperaba semejante acogida para un candidato con un perfil ultraconservador.
La extrañeza está justificada si se repasan sus declaraciones públicas de los últimos años. Aquí va un pequeño sumario: Santorum considera que la oposición al matrimonio gay es un asunto “de la trascendencia del 11-S” y equipara las relaciones homosexuales a la poligamia o el incesto. El aborto es un crimen bajo cualquier circunstancia, incluida la ‘píldora del día después’ y en los casos de violación (“un acto violento ya es suficiente”). Ha afirmado que la lucha contra el “fascismo islámico” es “el mayor reto de nuestra generación”, por lo que apuesta por bombardear las instalaciones nucleares iraníes. Considera que hay “agujeros” en la Teoría de la Evolución, que el cambio climático es “ciencia basura” y su política energética se resume en “perforar en todas partes”. Es partidario de una mayor presencia militar en la frontera con México y de la deportación inmediata de los inmigrantes ilegales que cometan un delito. Aunque él mismo es hijo de un inmigrante italiano y ha llegado a mencionar la lucha de su tío contra Mussolini como inspiración para lanzarse a esta campaña presidencial.
Su apoyo más sólido en el partido lo compone la comunidad de cristianos evangélicos, que simpatiza con este hombre de tan profundas convicciones religiosas que viajó hasta Roma para celebrar el centenario del nacimiento de Escrivá de Balaguer y que es capaz de achacar al ambiente liberal de Boston los abusos a menores que han implicado a sacerdotes de esa ciudad. Además, es consecuente en su defensa de la familia, ya que se desvive por sus siete hijos y está, siempre que puede, en casa.
Sin embargo, el apoyo del sector más conservador no basta para explicar los resultados del pasado miércoles. Y es que, pese a las apariencias, nada de todo esto es lo importante.
Un hombre de principios
A lo largo de su trayectoria política, Santorum se ha destacado como pocos en Washington en la lucha contra la pobreza, tanto en Estados Unidos como en los países en vías de desarrollo. A menudo con apoyos demócratas, ha impulsado leyes en favor de los huérfanos y los niños desprotegidos, ha defendido medidas para apoyar el ahorro de las familias con rentas bajas, ha presentado propuestas para financiar la investigación del autismo, la lucha contra el SIDA y la tuberculosis o se ha mostrado firme en su condena del genocidio en Sudán. En 2006, el líder de U2, Bono, afirmó sobre él: “Tiene algún tipo de síndrome de Tourette, porque siempre dice lo menos apropiado. Pero en los asuntos que hemos tratado, siempre ha sido un defensor de los más débiles y vulnerables”. Puede que no sea muy afortunado como orador, pero sus actos están ahí y en el Partido Republicano son muchos los que desconfían de las palabras y prefieren los hechos y los datos.
Un voto: 73 centavos
Datos como el siguiente: atendiendo a lo invertido en campaña, Rick Perry gastó 364 dólares por cada voto recibido, mientras que a Mitt Romney cada sufragio le costó 49 dólares. Santorum gastó 73 centavos. Recorriendo los 99 condados del estado de Iowa en furgoneta para acercarse a su electorado, el candidato que no destacaba en los sondeos ha realizado una campaña humilde pero llena de pasión y entrega, justo lo que muchos echan en falta en el gran favorito, Romney, considerado demasiado frío y perteneciente al establishment más convencional (su padre fue gobernador de Michigan).
Frente a un millonario cauteloso y a una lista demasiado larga de candidatos volátiles, Santorum ha surgido como el único hombre capaz de generar ilusión y entusiasmo en un electorado demasiado confuso. El único con convicciones sólidas y dotes de líder. El único capaz de encabezar un cambio. O en palabras del magnate de la comunicación Rupert Murdoch: “El único con genuina gran visión para el país”.
“Hay partido”
El sorprendente apoyo de Murdoch, tan buscado por candidatos conservadores de los países anglosajones, es revelador de que algunas cosas pueden empezar a cambiar en torno al “candidato desconocido”. Por primera vez los medios están obligados a tomarle en serio, y es posible que las estrecheces económicas de su campaña se alivien notablemente. Aun así, se da por hecho que no está en condiciones de plantar batalla en la próxima cita de New Hampshire y los analistas se resisten a considerar como representativo su resultado en Iowa (un estado pequeño con un 91% de población de raza blanca), pero como declaró el propio Santorum tras el recuento, “hay partido”.
Se jugará a ida y vuelta, el 21 de enero en Carolina del Sur y el día 31 en Florida. En esas citas, los fieles republicanos volverán a reunirse al final de la tarde para escuchar a los candidatos en compañía de sus amigos y vecinos, buscando alguien en quien creer. Y en ese terreno, Santorum juega en casa.
Rick Santorum es un hombre familiar. Uno de los golpes más duros que ha recibido en su vida fue la muerte de su cuarto hijo, que apenas sobrevivió un par de horas tras el parto. Pero cuando los médicos quisieron llevar el cuerpo del bebé a la morgue, Santorum se negó y durmió esa noche en el hospital junto a su mujer, con el niño entre ambos. A la mañana siguiente lo llevó a casa, para que sus otros tres hijos pudieran acunar en sus brazos el cadáver de su hermano.