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Los cachorros del narcotráfico: 1.200 euros por matar a un policía
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AUMENTA EN MÉXICO LA CONTRATACIÓN DE SICARIOS ADOLESECENTES

Los cachorros del narcotráfico: 1.200 euros por matar a un policía

Cambió las muñecas por las armas. Se llama María Celeste, tiene 16 años y una sonrisa ingenua. Sabe utilizar una AK-47, una AR-15 y pistolas de

Foto: Los cachorros del narcotráfico: 1.200 euros por matar a un policía
Los cachorros del narcotráfico: 1.200 euros por matar a un policía

Cambió las muñecas por las armas. Se llama María Celeste, tiene 16 años y una sonrisa ingenua. Sabe utilizar una AK-47, una AR-15 y pistolas de grueso calibre. “Duré dos meses en adiestramiento. Soy sicaria al servicio de Los Zetas (grupo criminal mexicano involucrado en el narcotráfico)”, relató después de ser detenida la semana pasada en Guadalajara.

En la actualidad, en México, los sueldos de los jóvenes sicarios rondan los 5.000 pesos (300 euros) por semana, si se trata de defender el territorio o de vigilar a las autoridades, pero pueden aumentar hasta los 20.000 mil pesos (1.200 euros) si la tarea asignada es la de ejecutar a policías o a grupos rivales. Una vida llena de adrenalina que suele truncarse en menos de tres años.

María Celeste fue arrestada junto a otros nueve pistoleros durante un enfrentamiento contra policías estatales. Seis de sus compañeros murieron en el acto. Ninguno de ellos superaba los 21 años. En esa ocasión, se requisaron cuatro camionetas (dos de ellas blindadas), una ametralladora M-60, seis rifles AR-15, dos fusiles AK-47, una pistola calibre nueve milímetros, un lanzagranadas, dos granadas manuales, uniformes de camuflaje, 36 cargadores y alrededor de 500 cartuchos de varios calibres.

Jóvenes sin futuro y ‘dinero fácil’

En México, la falta de oportunidades empuja a cientos de adolescentes a ingresar en organizaciones criminales. Son hijos de la miseria y los cárteles ven una gran oportunidad de negocio en esta condición: abaratan costes. “Me invitaron por medio de unos amigos que iban a trabajar con Los Zetas”, confesó María Celeste, que llevaba poco tiempo metida en el grupo. Aún no había tenido tiempo para matar. Otros sí.

El reclutamiento de menores de edad por parte de grupos de narcotraficantes es un fenómeno que surgió a principios de siglo. Los nuevos reclutas provienen en su mayoría de comunidades y barrios pobres, con un alto índice de violencia y familias desestructuradas. Y aunque es clara la influencia en las zonas urbanas, los narcos también se nutren de inmigrantes pobres de las comunidades del centro-sur de México.

Muchos de estos jóvenes ven en el crimen una supuesta opción laboral. Una quimera, si se tiene en cuenta que acaban muriendo en enfrentamientos entre autoridades o bandas rivales en menos de tres años.

El fotoperiodista de la agencia Reuters, Tomás Bravo, “convive” con el fenómeno a diario. Cubre el narcotráfico y sus consecuencias en Monterrey, una de las ciudades del norte del país más azotadas por el crimen. “Ha habido un incremento de la violencia porque los grupos están peleando por la plaza (el territorio). Los jóvenes son carne de cañón. Están menos experimentados y el fácil acceso a las armas y la sensación de impunidad provocan que sea muy atractivo para ellos”, comparte con El Confidencial.

En opinión del fotógrafo, el fenómeno se da en su mayoría en barrios de clase baja y/o trabajadora, que es el campo de cultivo perfecto para la delincuencia organizada. “Se tiene acceso a dinero de forma sencilla y ascender es pan comido si se demuestran las cualidades suficientes. Que ganen una miseria es un decir, pues por 'halconear' (vigilar a las autoridades o a los rivales), por ejemplo, reciben 5 o 6.000 pesos a la semana sin hacer ningún esfuerzo. Es dinero fácil”, cuenta.

¿Cuál es la ventaja de contratar gente cada vez más joven? Según se recoge en investigaciones del Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe): “En México, por ley, la sanción para los adolescentes que cometen delitos es menor a la que reciben los adultos. De esto se aprovechan los carteles de la droga”. "En términos económicos les resulta más barato contratar a un menor de edad que un adulto, porque el castigo que reciben es más corto", añaden.

Más de 400 menores de edad muertos

¿Por qué un joven decide convertirse en sicario? En opinión de Sergio Santamaría, psicólogo forense e investigador en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, “la necesidad de identificarse con un grupo, de pertenecer a él y de ser aceptado, son algunas características de los sicarios menores de edad. Son producto de la descomposición social”.

Por estos motivos, los jóvenes se convierten en delincuentes en potencia. “Están acostumbrados a la violencia, sin patrones de conducta positivos a seguir”, añade Santamaría. De acuerdo con medios locales que citan a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), entre 2008 y 2010 murieron más de 400 menores de edad en enfrentamientos entre bandas rivales.

Los datos proporcionados por la Procuraduría General del Estado de Chihuahua (norte del país) son aún más preocupantes. En Ciudad Juárez, por ejemplo, sólo tres de cada diez adolescentes estudian y existen por lo menos 380 pandillas, que ante el abandono se convierten en el único vehículo de socialización de los jóvenes: son su familia, su comunidad, su vía de escape ante un futuro sin expectativas.

Según el ente público, en 2008, “742 víctimas mortales del narcotráfico tenían 30 años o menos; 18 de ellos eran menores de 15 años; 174 tenían de 15 a 20 y 279 estaban en el rango de 21 a 25 años”.

Lo más grave es que los adolescentes sicarios tienen muy pocas posibilidades de reinserción social debido a las nulas garantías institucionales. Como María Celeste, son los cachorros del narcotráfico. Lo malo es que las pistolas que disparan no son de agua ni las personas a las que matan muñecos de feria.

* Desde que el presidente Felipe Calderón iniciara la guerra contra el narcotráfico en 2007, en México han muerto cerca de 40.000 personas.

Cambió las muñecas por las armas. Se llama María Celeste, tiene 16 años y una sonrisa ingenua. Sabe utilizar una AK-47, una AR-15 y pistolas de grueso calibre. “Duré dos meses en adiestramiento. Soy sicaria al servicio de Los Zetas (grupo criminal mexicano involucrado en el narcotráfico)”, relató después de ser detenida la semana pasada en Guadalajara.

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