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Los camelleros, aliados de Mubarak: “Atacamos a los revolucionarios porque espantan el turismo”
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VIAJE AL CORAZÓN DE LA REVUELTA

Los camelleros, aliados de Mubarak: “Atacamos a los revolucionarios porque espantan el turismo”

Cuando decenas de jinetes irrumpieron en la plaza Tahrir el miércoles atacando a los manifestantes desde sus caballos y camellos, nadie entendía de dónde habían salido.

Foto: Los camelleros, aliados de Mubarak: “Atacamos a los revolucionarios porque espantan el turismo”
Los camelleros, aliados de Mubarak: “Atacamos a los revolucionarios porque espantan el turismo”

Cuando decenas de jinetes irrumpieron en la plaza Tahrir el miércoles atacando a los manifestantes desde sus caballos y camellos, nadie entendía de dónde habían salido. La respuesta descansa y bebe té bajo las pirámides Giza. Y no es una metáfora: los mismos tipos sonrientes que guían entre bromas a los turistas bajo el recinto monumental más visitado de Egipto, estaban entre quienes decidieron boicotear la revolución.

“No nos pagó el régimen, no lo hicimos por dinero, nadie nos prometió nada. Lo hicimos por Egipto, porque Mubarak es nuestro líder y vela por la estabilidad del país. Tenemos que besar el suelo sobre el que caminamos porque es un regalo de Alá”, asegura Ashraf, quien sigue con preocupación las noticias de estos días. “Dios quiera que los extranjeros vuelvan a las pirámides. Tienes que decir en tu país que Egipto es un país seguro. ¿De qué vamos a comer nosotros si no?”.

Resulta difícil creer que  la turba que se abalanzó sobre los revolucionarios tuviera motivaciones tan prosaicas. Estaban demasiado bien organizados y actuaron con demasiada violencia como para ser el reflejo espontáneo de las frustraciones del sector turístico egipcio que, eso es cierto, ha sido el más afectado por las revueltas. La industria supone la primera fuente de divisas de Egipcio y su derrumbe capitaliza una parte significativa de esos 230 millones de euros de pérdidas diarias que han causado oficialmente las revueltas.

Ashraf insiste en salvar su honor: “Créeme o no, pero nosotros no atacamos primero. Ellos nos tiraron piedras y nos defendimos. Los látigos que salen en televisión son la fustas de cualquier jinete. ¿Crees que son tan tontos para llevar sus caballos y camellos a luchar? Viven de esos animales y no los habrían puesto en riesgo por nada del mundo”. Los camelleros, incluso, pidieron perdón a mi compañero de “excursión”, a quien reconocieron al ver las heridas de su cara.

Guillermo Cervera, fotógrafo freelance español, recibió una coz de caballo durante las protestas y fue atendido en la clínica instalada por los manifestantes en la plaza. La CNN captó las imágenes de la agresión y, después, de los cuidados médicos. Su “accidente” ha sido repetido hasta la saciedad estos días por la cadena, y ha llegado hasta los televisores de El Cairo a través de las ubicuas antenas de satélite que despuntan en los barrios de toda la ciudad. “Lo siento, amigo, no fue a propósito”, se disculpa Ashraf, “pero los periodistas extranjeros tenéis que contar más la verdad”, recriminó.

Huida de millones de extranjeros

Lo cierto es que con el recinto monumental cerrado a causa de la inestabilidad política y el éxodo de extranjeros provocado por la inseguridad, el flujo de visitantes se ha cortado de golpe. “En un día normal, llegan miles. Hoy no han venido más de cien, como una pareja de Singapur que decidió quedarse porque la ilusión de su vida era ver Egipto y no se querían irse ya que habían llegado hasta aquí. Aunque son un caso único: se han marchado millones de extranjeros de la noche a la mañana. Un desastre, un gran desastre”, se queja un camellero, que mata el aburrimiento fumando en la calle con sus compañeros.

Antes de irnos, Ashraf invita a un té y nos pide que le acompañemos a ver su tienda de papiros. “Compradme al menos uno, aunque sea para ayudar. Ahora sólo vienen periodistas, pero no turistas. Y los periodistas no compran ni visitan las pirámides. Al menos repetid en vuestro país que Egipto es un país muy bonito. Los extranjeros nunca han tenido problemas aquí. Que vengan a ver las pirámides. ¿Hay algo más bonito que este atardecer?”

Cuando decenas de jinetes irrumpieron en la plaza Tahrir el miércoles atacando a los manifestantes desde sus caballos y camellos, nadie entendía de dónde habían salido. La respuesta descansa y bebe té bajo las pirámides Giza. Y no es una metáfora: los mismos tipos sonrientes que guían entre bromas a los turistas bajo el recinto monumental más visitado de Egipto, estaban entre quienes decidieron boicotear la revolución.