Es noticia
Berlusconi y el mito de Sísifo
  1. Mundo
LA INGOBERNALIDAD, UN TÓPICO ASOCIADO A ITALIA

Berlusconi y el mito de Sísifo

Italia parece condenada a sufrir indefectiblemente su propia versión del mito de Sísifo. No importa el paso de los años, el color político de sus sucesivos

Foto: Berlusconi y el mito de Sísifo
Berlusconi y el mito de Sísifo

Italia parece condenada a sufrir indefectiblemente su propia versión del mito de Sísifo. No importa el paso de los años, el color político de sus sucesivos Ejecutivos ni la aparente solidez inicial de éstos: la ingobernabilidad se ha convertido en un tópico merecido tan asociado a los italianos como la pasta, la pizza o la mafia. Silvio Berlusconi, aquel empresario de éxito que sedujo a sus compatriotas irrumpiendo en la política a mediados de los 90, es tal vez el único mandatario contemporáneo del país que ha estado a punto de conseguir que la roca permaneciese inmóvil en la cima de la montaña.

 

La ansiada estabilidad parecía una realidad en esta legislatura. Las elecciones de 2008 dejaron un Parlamento nunca visto desde los tiempos anteriores al escándalo de Tangentopoli: 'Il Cavaliere' y sus aliados contaban con una mayoría holgada en ambas Cámaras. Las reformas, ese mantra que repiten todos los políticos transalpinos sin cambiar luego nada, podrían por fin llevarse a cabo. Al menos eso esperaron los ciudadanos y previeron los analistas. El sueño, sin embargo, ha resultado ser un nuevo espejismo: la roca ha vuelto a deslizarse por la pendiente sumiendo a Italia otra vez en la inestabilidad política.

Toda la culpa de la situación recae en el Gobierno. Los hombres de la oposición de centro izquierda pasan demasiado tiempo acuchillándose entre ellos para preocuparse por ofrecer una alternativa real a los ciudadanos o erosionar lo más mínimo al Ejecutivo. Las dificultades nacen, como escribía esta semana la prensa italiana, por lo poco acostumbrado que está Berlusconi a que le digan que no. Habituado a que en sus empresas su palabra sea ley, no ha soportado que Gianfranco Fini, su aliado más cercano durante tres lustros, empezase a contradecirle. Primero en privado y luego, ante el caso omiso recibido, también en público.

El disenso de meses acabó estallando a finales de julio cuando 'Il Cavaliere' expulsó a Fini y a sus hombres del Pueblo de la Libertad, el partido que habían fundado entre ambos. Al presidente de la Cámara Baja le siguieron 35 diputados y 10 senadores, suficientes para dejar a Berlusconi en minoría. Desde aquel momento el Gobierno quedaba en manos de los finianos, que comparan su situación con la posesión de la acción de oro de los Estados sobre las antiguas empresas públicas.

¿Elecciones en primavera?

De momento el grupo parlamentario fiel a Fini, bautizado con el rimbombante nombre Futuro y Libertad para Italia (FLI), no ha hecho descabalgar a 'Il Cavaliere' del poder. En la moción de confianza celebrada el pasado miércoles apoyó la continuidad del Gobierno, según explicaron sus dirigentes, por el deseo de llevar a cabo el programa electoral votado hace dos años por los electores. En las próximas votaciones en el Parlamento su postura dependerá del rumbo del Ejecutivo. Si hay nuevas intentonas de aprobar leyes ad personam que favorezcan a Berlusconi, como ha ocurrido en el pasado, FLI no tendrá empacho en ponerse del lado de la oposición a la hora de rechazarlas.

El magnate de las comunicaciones es consciente de su debilidad: sin el apoyo de los diputados de FLI no hubiera pasado la moción de confianza de esta semana. Está atado de manos y por ello ha desplegado una doble estrategia: de cara al público repite que el Gobierno agotará la legislatura mientras que en los círculos del poder cada vez son más los rumores sobre una convocatoria de elecciones anticipadas en primavera. El runrún beneficia al propio Berlusconi. Aunque no desea nuevos comicios sabe que tendría muchas posibilidades de ganarlos.

Mientras llega, o no, la cita con las urnas 'Il Cavaliere' pasará uno de sus otoños más duros. Cada votación en la Cámara Baja, empezando por la de este próximo martes, será una agonía. Sus hombres han intentado que varios diputados rivales cambiasen de bando, pero no han tenido éxito, por lo que la continuidad del Gobierno depende de lo que decida Fini. Éste, envalentonado por su posición de fuerza, tiene previsto que FLI no sólo sea un grupo parlamentario propio sino también un partido independiente. La próxima semana comienza la cuenta atrás para su nacimiento.

Han sido muchos los que han previsto erróneamente el fin de la carrera política de Berlusconi en los últimos 15 años. Está por ver si esta nueva crisis es la definitiva y la roca que con tanto esfuerzo ha llevado montaña arriba no acaba arrollándole ahora que corre montaña abajo.

Italia parece condenada a sufrir indefectiblemente su propia versión del mito de Sísifo. No importa el paso de los años, el color político de sus sucesivos Ejecutivos ni la aparente solidez inicial de éstos: la ingobernabilidad se ha convertido en un tópico merecido tan asociado a los italianos como la pasta, la pizza o la mafia. Silvio Berlusconi, aquel empresario de éxito que sedujo a sus compatriotas irrumpiendo en la política a mediados de los 90, es tal vez el único mandatario contemporáneo del país que ha estado a punto de conseguir que la roca permaneciese inmóvil en la cima de la montaña.

Silvio Berlusconi