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Brown intenta seducir a Clegg, pero el liberal ofrece su apoyo a Cameron
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JUEGO DE PACTOS PARA ALCANZAR LA PRESIDENCIA DEL REINO UNIDO

Brown intenta seducir a Clegg, pero el liberal ofrece su apoyo a Cameron

El efecto Nick Clegg ‘pinchó’ este jueves en las urnas, lo que no impide, sin embargo, que su partido liberaldemócrata tenga la llave de la formación

Foto: Brown intenta seducir a Clegg, pero el liberal ofrece su apoyo a Cameron
Brown intenta seducir a Clegg, pero el liberal ofrece su apoyo a Cameron

El efecto Nick Clegg ‘pinchó’ este jueves en las urnas, lo que no impide, sin embargo, que su partido liberaldemócrata tenga la llave de la formación del próximo gobierno británico ante la ausencia de una clara mayoría parlamentaria. Gordon Brown y David Cameron buscan convertirse en primeros ministros con el apoyo de Clegg.

Los sondeos que auguraban prácticamente un empate en número de votos -que no de escaños- entre laboristas y liberaldemócratas han demostrado ser un puro espejismo. El partido de Clegg no sólo ha quedado en tercer lugar, a gran distancia de los laboristas, sino que incluso ha perdido algún escaño con respecto a la legislatura anterior.

Pero los conservadores no han logrado tampoco la mayoría absoluta que anhelaban -y que deseaba también claramente la 'City'-, mayoría que habría permitido que la Reina encargase hoy mismo a su líder, David Cameron, formar nuevo gobierno.

Tal y como están las cosas y de acuerdo con la Constitución no escrita de este país, el todavía primer ministro, Gordon Brown, un político con fama de tenaz y aun obstinado, podría intentar mantenerse en el poder con ayuda ajena. Está dispuesto a alcanzar pactos para revalidarse en el poder.

Así, antes incluso de que se conociesen anoche los primeros resultados electorales, su ministro de Empresa, Peter Mandelson, insistía en que debía darse la primera oportunidad al Gobierno en funciones y añadía que "tiene que haber reforma electoral tras esta votación". Y, en claro guiño a los liberaldemócratas, agregaba Mandelson: "Creo que está en sus últimas el sistema actual de 'first-past-the-post' (sufragio uninominal mayoritario)".

Pero esta mañana, el propio Clegg dijo que corresponde al Partido Conservador de David Cameron, antes que a los laboristas, intentar formar gobierno "pensando en el interés nacional" por haber sido el más votado y el que más escaños ha obtenido en los Comunes. Al mismo tiempo Clegg insistió en que el actual sistema electoral "está quebrado" y "es precisa una reforma auténtica para arreglarlo". Ante estas palabras, Brown ha confirmado que negociará con Clegg si no fructifican las eventuales negociaciones con Cameron.

La mirada de Europa

Si finalmente el líder conservador se convierte en el primer ministro más joven desde el siglo XIX, los analistas económicos no serán los únicos que mirarán con cautela cada uno de sus pasos. En Bruselas también le observan con atención. Tras las elecciones de junio, los tories abandonaron el Partido Popular Europeo para formar el grupo más euroescéptico de la Eurocámara formado, entre otros, por los radicales polacos y checos.

En su programa electoral, Cameron dijo que su formación no permitirá que Reino Unido se sumerja en una Europa federal. Prometió además que en el futuro, la población tendrá voz, a través de referéndum, a la hora de decidir la entrega de poderes a la Unión. El tory siempre se ha sentido en deuda con las voces más críticas con Bruselas que fueron, al fin y al cabo, las que le llevaron a ser líder del partido en 2005.

Sin embargo los expertos advirtieron ayer que a la hora de la verdad no será tan euroescéptico como ha querido mostrar en la campaña. Con los últimos resultados, una vez demostrado que el Laborismo se encuentra agotado después de trece años en el Gobierno, se debería descartar la opción de movimientos desesperados por parte de la formación para no tener que admitir que ya no son los más populares. Pero nada más lejos de la realidad. A lo largo de toda la noche varios dirigentes se aferraron al poder alegando que las reglas estaban a su favor.

Y es que, en caso de “Hung Parliament”, es el primer ministro quien tiene la competencia de formar Gobierno. De hecho, continúa en el puesto de manera oficial hasta que sufra una derrota en el Parlamento o decida dimitir voluntariamente. En 1974, la última vez que las islas habían vivido una cámara baja sin mayorías, el conservador Edward Heath tardó cuatro días en asumir que su pacto con los liberales era imposible y que no podía continuar en el poder.

De momento, Brown no ha dejado nada claro sobre cuál será su futuro. Cuando hace apenas unas horas comparecía tras conservar su escaño por la circunscripción escocesa de Kirkcaldy y Cowdenbeath, a la que representa en Westminster desde 1983, reivindicó su “deber” de “jugar un papel” a la hora de garantizar un Gobierno estable, pero no matizó el cómo iba a hacerlo. Su discurso fue nostálgico. Agradeció a aquellos que le votaron por saber quién era y por qué entró en la política y prometió no fallarles.

Pero sus ojos, y los de la dulce Sarah –que en segundo plano le miraba atentamente- mostraban que se sabía perdedor. Si finalmente hoy presenta su renuncia a la Reina Isabel II, Brown se convertirá en el “nuevo Douglas-Home” de la historia reciente.

Nadie desde 1964 no había logrado superar ninguna cita con las urnas. Y es que hay que recordar que esta era la primera vez que el escocés se enfrentaba al examen de las elecciones. Cuando se mudó a Downing Street en junio de 2007 fue porque Tony Blair anunció su dimisión no porque el pueblo le escogiera. Reino Unido no había vivido un caso similar desde que el “tory” Alec Douglas-Home perdió las elecciones frente al laborista Harold Wilson después de haberse trasladado también a la residencia oficial sin contar con la opinión de los británicos.

Habrá que esperar en cualquier caso cuál será el destino final del país. Los resultados definitivos no se harán públicos hasta el medio día, pero podrían pasar días hasta que el Número 10 contara con inquilino. De momento, los liberal demócratas ya han reservado una sala en Westminster para reunirse este fin de semana presumiblemente para estudiar posibles pactos.

El efecto Nick Clegg ‘pinchó’ este jueves en las urnas, lo que no impide, sin embargo, que su partido liberaldemócrata tenga la llave de la formación del próximo gobierno británico ante la ausencia de una clara mayoría parlamentaria. Gordon Brown y David Cameron buscan convertirse en primeros ministros con el apoyo de Clegg.

Los sondeos que auguraban prácticamente un empate en número de votos -que no de escaños- entre laboristas y liberaldemócratas han demostrado ser un puro espejismo. El partido de Clegg no sólo ha quedado en tercer lugar, a gran distancia de los laboristas, sino que incluso ha perdido algún escaño con respecto a la legislatura anterior.

Pero los conservadores no han logrado tampoco la mayoría absoluta que anhelaban -y que deseaba también claramente la 'City'-, mayoría que habría permitido que la Reina encargase hoy mismo a su líder, David Cameron, formar nuevo gobierno.

Tal y como están las cosas y de acuerdo con la Constitución no escrita de este país, el todavía primer ministro, Gordon Brown, un político con fama de tenaz y aun obstinado, podría intentar mantenerse en el poder con ayuda ajena. Está dispuesto a alcanzar pactos para revalidarse en el poder.

Gordon Brown Nick Clegg