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Las dos ‘lecciones’ de Berlusconi a Zapatero en política recaudatoria: amnistía fiscal y regularización de inmigrantes
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Las dos ‘lecciones’ de Berlusconi a Zapatero en política recaudatoria: amnistía fiscal y regularización de inmigrantes

Si la subida de impuestos planeada por José Luis Rodríguez Zapatero no logra recaudar los 15.000 millones de euros esperados, nuestro presidente siempre puede mirar a

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Las dos ‘lecciones’ de Berlusconi a Zapatero en política recaudatoria: amnistía fiscal y regularización de inmigrantes

Si la subida de impuestos planeada por José Luis Rodríguez Zapatero no logra recaudar los 15.000 millones de euros esperados, nuestro presidente siempre puede mirar a Italia, donde la superlativa deuda pública –que alcanzará el 115% a final de año, una de las cifras más altas de Occidente- y el déficit presupuestario han hecho que el Gobierno de Silvio Berlusconi agudice el ingenio para encontrar nuevas vías de ingresos a las arcas públicas.

 

La primera medida tiene ribetes humanitarios, ya que consiste en la regulación extraordinaria de inmigrantes irregulares que trabajan como empleados de hogar o cuidadores de niños y ancianos. Se espera que salgan así del mercado negro y de la clandestinidad entre medio millón y 750.000 personas (en su gran mayoría mujeres), pero hasta el momento sólo 160.000 extranjeros se han acogido a la iniciativa. Los trabajadores legalizados tienen que pagar una penalización y, a partir de ahora, sus blanqueados salarios cotizarán a Hacienda. Nuevos contribuyentes, pues, para el fisco italiano.

La segunda actuación del Gobierno para aumentar su recaudación está resultando mucho más polémica. Berlusconi ha puesto en marcha una amnistía fiscal que abre las puertas de Italia a los capitales sacados ilegalmente del país imponiéndoles unas condiciones irrisorias. Los ciudadanos que hayan colocado su dinero en paraísos fiscales podrán italianizarlos pagando sólo un 5% de multa. En otros países europeos que han realizado amnistías similares, la cifra era hasta diez veces mayor.

Il Cavaliere ha defendido el llamado “escudo fiscal” explicando que el resto de naciones del G8 y del G20 también están poniendo en marcha iniciativas de este tipo. No ha explicado, sin embargo, que sólo en Italia se han establecido unas condiciones tan livianas que incluso el gobernador del Banco de Italia, Mario Draghi, las ha criticado. Draghi ha denunciado uno de los aspectos más controvertidos de la amnistía: la garantía de que el contribuyente que pide perdón y quiere repatriar su dinero mantendrá el anonimato. “En otros países como Estados Unidos, Reino Unido y Francia las amnistías fiscales obligan a revelar la identidad”, ha advertido.

No se les podrá enjuiciar por los delitos fiscales

Pero no acaban las concesiones en el 5% y en la ocultación del nombre. Los que soliciten acogerse a este proceso de regulación evitarán ser enjuiciados por los crímenes tributarios o penales relacionados con los fondos que pretenden llevar a Italia. Estas irrisorias condiciones hacen pensar que las distintas organizaciones mafiosas del país no dudarán en servirse de la amnistía para tener su dinero más cerca y blanqueado. La principal asociación de jueces ha puesto el grito en el cielo: “Se trata de delitos graves, castigados con una pena máxima de seis años de reclusión, frente a los cuales el Estado renuncia al castigo en todos los casos, independientemente del importe no declarado”.

Los partidos de la oposición, por su parte, afirman que la amnistía constituye una auténtica limpieza de dinero negro que favorecerá incluso a las organizaciones terroristas. El Gobierno, mientras tanto, hace oídos sordos y se frota las manos pensando en los entre 3.000 y 4.000 millones de euros que piensa recaudar con esta medida y en el impulso que supondrán para la economía los 100.000 millones de euros que podrían volver a Italia.

Lo dicho: Zapatero tiene aún mucho que aprender de los políticos italianos.

Si la subida de impuestos planeada por José Luis Rodríguez Zapatero no logra recaudar los 15.000 millones de euros esperados, nuestro presidente siempre puede mirar a Italia, donde la superlativa deuda pública –que alcanzará el 115% a final de año, una de las cifras más altas de Occidente- y el déficit presupuestario han hecho que el Gobierno de Silvio Berlusconi agudice el ingenio para encontrar nuevas vías de ingresos a las arcas públicas.

Silvio Berlusconi