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Ahmadineyad afronta un nuevo mandato con la economía en una situación dramática
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Ahmadineyad afronta un nuevo mandato con la economía en una situación dramática

Casi dos meses después de las controvertidas elecciones que provocaron los peores disturbios en el país desde la Revolución Islámica de 1979 y dividieron a la

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Ahmadineyad afronta un nuevo mandato con la economía en una situación dramática

Casi dos meses después de las controvertidas elecciones que provocaron los peores disturbios en el país desde la Revolución Islámica de 1979 y dividieron a la élite política y clerical, Mahmud Ahmadineyad juró ayer su cargo como presidente de Irán. La ceremonia, celebrada en el Parlamento mientras policías antidisturbios y milicianos Basij se desplegaban en las calles cercanas para hacer frente a cualquier protesta de la oposición, fue boicoteada por los ex presidentes Mohamed Jatamí y Akbar Hashemi Rafsanyani, que apoyan al principal rival político de Ahmadineyad, Mir Husein Musaví. La agencia oficial IRNA informó de que la mayoría de los 70 legisladores reformistas no acudieron al acto.

El corresponsal de la BBC expulsado de Teherán, Jon Leyne, afirmó anoche que cientos de personas "quizás miles" se congregaron en las calles de la capital para protestar contra el resultado de unos comicios que consideran fraudulentos y que "existen reportes de enfrentamientos con las fuerzas de seguridad".

La investidura supone un nuevo capítulo en el conflicto político que vive Irán desde las elecciones presidenciales. Sin embargo, el mayor escollo que deberá salvar Ahmadineyad es la reactivación de la economía en plena crisis global. La suya ha sido una gestión ruinosa. El desempleo en el país, donde uno de cada cinco ciudadanos vive actualmente en la miseria, alcanzó el 17% durante sus primeros cuatro años en la presidencia, aunque algunos analistas hablan de un paro masivo de entre el 20 y el 30%. La corrupción flagrante, tolerada en todos los niveles de la administración, y las políticas de reparto de subsidios a los más desfavorecidos han provocado una inflación descontrolada (11% en 2005 y 25% antes de los comicios).

Además, Irán, que posee el 11% de las reservas mundiales de petróleo y es el cuarto exportador global, ha padecido el hundimiento del precio del crudo, que entre junio y diciembre pasado tocó los 32 dólares por barril. Una auténtica catastrofe para su economía. Y, dado que el país carece de infraestructuras suficientes para sacar provecho a sus hidrocarburos, el Gobierno de Teherán necesita inversiones extranjeras urgentes.

"Ahmadineyad ha dejado pendiente una situación económica dramática. El embargo a la banca iraní está teniendo graves consecuencias y, probablemente, a mediados de septiembre, tras el Ramadán, aumentará la presión internacional por su programa nuclear. Un embargo a los combustibles podría hacer muchísimo daño. Por tanto habrá que ver cómo capea el temporal, sobre todo ahora que no cuenta con el apoyo de ciertos sectores conservadores. Entre los oficiales del Pasdarán (Guardianes de la Revolución) no hay más de un 30% que esté a favor de Ahmadineyad", señalan a este diario fuentes solventes.

Casi dos meses después de las controvertidas elecciones que provocaron los peores disturbios en el país desde la Revolución Islámica de 1979 y dividieron a la élite política y clerical, Mahmud Ahmadineyad juró ayer su cargo como presidente de Irán. La ceremonia, celebrada en el Parlamento mientras policías antidisturbios y milicianos Basij se desplegaban en las calles cercanas para hacer frente a cualquier protesta de la oposición, fue boicoteada por los ex presidentes Mohamed Jatamí y Akbar Hashemi Rafsanyani, que apoyan al principal rival político de Ahmadineyad, Mir Husein Musaví. La agencia oficial IRNA informó de que la mayoría de los 70 legisladores reformistas no acudieron al acto.

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