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Crónica de un reportero en el infierno californiano
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EL CONFIDENCIAL ACOMPAÑA A UNA BRIGADA ANTI-INCENDIOS

Crónica de un reportero en el infierno californiano

"Llevo 16 años en el cuerpo de bomberos y aún no me explico cómo puede suceder algo así". El Capitán Chris Mailes observa atónito una pequeña

Foto: Crónica de un reportero en el infierno californiano
Crónica de un reportero en el infierno californiano

"Llevo 16 años en el cuerpo de bomberos y aún no me explico cómo puede suceder algo así". El Capitán Chris Mailes observa atónito una pequeña puerta de madera intacta. Es lo único que ha quedado en pie de una de las mansiones más lujosas de Mission Canyon, el lugar más azotado por el primer gran fuego del año en California."Es increíble", repite una y otra vez. Con Santa Bárbara a sus pies, el experimentado bombero mira el devastador paisaje que tiene ante sí. "Esta zona era como una caja de cerillas. Este habría sido el último sitio al que me habría venido a vivir. Era cuestión de tiempo que pasara algo así".

Entre coches de policía, camiones de bomberos y el sonido de los helicópteros, Mailes asegura que nunca antes había visto "un fuego que quemase tan rápido y con tanta fuerza a estas alturas del año. Verlo tan pronto es aterrador". Desde el pasado mes de enero apenas ha llovido en California y eso convierte la vegetación en una enorme mecha a punto de prenderse. "Todo apunta que este verano puede ser aún peor que el del año pasado", explica el veterano John Ahlman, con más de 39 años de experiencia en la extinción de incendios, mientras recorre junto a su compañero los escombros que ha dejado a su paso el fuego en una zona residencial al pie de la montaña.

Ambos bomberos dudan de las palabras del Gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, quien aseguró el viernes que, a pesar de que el estado se encuentra casi en bancarrota, aumentará el presupuesto y los efectivos de las dotaciones de lucha contra el fuego de cara a un verano que se presenta movidito. "Lo que ha querido decir es que los incendios de este verano le van a costar mucho dinero a los ciudadanos", asegura Mailes con cierta ironía.

Desde la desolada cima de Mission Canyon resulta difícil de creer que algunas casas sigan intactas, pese a estar rodeadas de amenazante vegetación abrasada, y creerse que no haya habido víctimas mortales. Para Ahlman es casi un milagro. “Por suerte los sistemas de alarma y evacuación funcionaron y no hay que lamentar víctimas", explica.

Sin embargo, a ambos se les tuerce el gesto al hablar de los 13 bomberos que resultaron heridos. "¿Ves esa casa? -el Capitán Mailes señala un montón de maderas y hierros todavía humeantes-. Unos compañeros intentaron protegerlas de las llamas y se les cayó el garaje encima". Por suerte, según el último parte médico, su vida no corre peligro, lo que hace que el ambiente entre las dotaciones que aún participan en la extinción sea bueno y el ánimo esté por todo lo alto después de cuatro días de incertidumbre.

"Si todo va bien y el viento no cambia, es probable que el miércoles o el jueves esté extinguido por completo", asegura Alhman, mientras saluda por la ventanilla del 4x4 a las dotaciones que custodian las 24 horas del día algunas de las zonas arrasadas, para evitar que cualquier chispa pueda volver a desatar el infierno.

Hay una constante que se repite en cada calle de camino a la base de operaciones. Son los carteles de agradecimiento al cuerpo de bomberos que los ciudadanos de Santa Mónica han instalado en las vallas de sus casas. Mailes y Alhman sonríen cuando ven a un grupo de niños acabando de pintar uno junto a la base. "Es gratificante ser bombero en California. Contamos con el apoyo de la gente, pero resulta especialmente duro cuando te trae una tarta una familia cuya casa te ha resultado imposible salvar".

El Capitán Chris Mailes (Sara Galán)

Los fuegos en California salen muy caros

La extinción del primer gran incendio del año, que asola las colinas cercanas a Santa Bárbara, ya le ha costado a las maltrechas arcas del estado de California más de cuatro millones de dólares, según anunció ayer Tom Franklin, jefe de bomberos de la localidad. Y la cifra aumentará en los próximos días. Desde el inicio del fuego el pasado martes, más de 4.300 bomberos, 500 camiones autobomba, 13 helicópteros y 11 aviones, entre ellos un gigantesco DC-10, han participado en su extinción, lo que ha multiplicado los costes de la operación.

“Intervenir en un incendio de estas características supone un gasto de entre uno y dos millones de dólares al día”, explicó a El Confidencial Kevin Colburn, responsable de prensa del centro de operaciones de Santa Barbara. Esto supone que el gasto final rondará los 10 millones de dólares el miércoles, día en el que las previsiones aseguran que quedará completamente bajo control.
Hasta el momento, el coste de la operación supera ya los 4,3 millones de dólares, sin contar los daños materiales.

La fuerza destructiva del fuego no ha ido a más porque, contra pronóstico, la niebla y una repentina bajada de las temperaturas han permitieron a los equipos de extinción controlar cerca del 40% del incendio en apenas 24 horas, después de que el jueves y el viernes se desbocara y se convirtiera en una lengua de fuego de más de siete kilómetros.

“Nos ha salvado la ausencia de viento”, aseguraba anoche el jefe de bomberos, aliviado tras las difíciles jornadas de jueves y viernes. A pesar de la fuerza del fuego y las dificultades del terreno, con gran cantidad de vegetación seca y lista para arder, no ha habido que lamentar víctimas.
Hasta el momento, sólo trece bomberos han necesitado asistencia sanitaria, aunque se encuentran fuera de peligro. Sólo dos de ellos se encuentran ingresados en el hospital después de que se les cayera el techo de un garaje mientras trataban de salvar a una familia y su casa de las llamas de acuerdo con el código de actuación de los bomberos en California en caso de emergencia: “Primero las personas y luego las estructuras”.


Uno de los carteles de agradecimiento al cuerpo de bomberos que los ciudadanos de Santa Mónica (Sara Galán)

"Llevo 16 años en el cuerpo de bomberos y aún no me explico cómo puede suceder algo así". El Capitán Chris Mailes observa atónito una pequeña puerta de madera intacta. Es lo único que ha quedado en pie de una de las mansiones más lujosas de Mission Canyon, el lugar más azotado por el primer gran fuego del año en California."Es increíble", repite una y otra vez. Con Santa Bárbara a sus pies, el experimentado bombero mira el devastador paisaje que tiene ante sí. "Esta zona era como una caja de cerillas. Este habría sido el último sitio al que me habría venido a vivir. Era cuestión de tiempo que pasara algo así".

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