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Israel emprende de la mano de Netanyahu el camino de la soledad
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Israel emprende de la mano de Netanyahu el camino de la soledad

El Estado de Israel ha emprendido el camino de la soledad de la mano del derechista Benjamín Netanyahu, que este martes tomó posesión como nuevo primer ministro y se

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Israel emprende de la mano de Netanyahu el camino de la soledad

El Estado de Israel ha emprendido el camino de la soledad de la mano del derechista Benjamín Netanyahu, que este martes tomó posesión como nuevo primer ministro y se muestra intransigente con las reivindicaciones nacionales palestinas. El discurso del nuevo jefe de Gobierno israelí incluye alusiones a negociar la paz, pero ninguna referencia a crear un Estado palestino independiente, sobre cuya necesidad existe un consenso casi absoluto en el seno de la comunidad internacional.

La idea de establecer un Estado palestino es tan vieja como el conflicto que suscitó en 1948 la proclamación del Estado de Israel en el ex Protectorado de Palestina, y que ha acabado por convertirse en el más antiguo y el de mayor repercusión del planeta. La iniciativa figuraba en el plan original que Naciones Unidas había aprobado por votación el año anterior y que preveía la partición de ese territorio, entonces bajo control colonial británico, en dos Estados independientes; uno árabe y uno judío. Pero, tras ser rechazada primero por el Mundo Árabe y a continuación por Israel, y ser contemplada con mayor o menor grado de recelo fuera y dentro de Oriente Medio, la idea ha logrado concitar, seis décadas después, más unanimidad que nunca.

La iniciativa cuenta con el apoyo de las cinco potencias con derecho a voto y veto en el Consejo de Seguridad de la ONU -Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña y Francia-, y de la practica totalidad de países industrializados y en vías de desarrollo. Además, ha ganado terreno en la propia clase dirigente israelí.

La creación de un Estado palestino en paz con el de Israel era el objetivo del proceso de negociación de Annapolis, que el primer ministro israelí saliente, Ehud Olmert, mantenía con el moderado Mahmud Abás, presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). La negativa de Netanyahu a proseguir ese proceso fue el argumento esgrimido por la nueva jefa de la oposición israelí, la centrista Tzipi Livni, para no incorporarse a un gobierno que el líder derechista pretendía que fuera de "unidad nacional".

Aparte de la postura de Livni -a la que no se puede acusar de "vende-patrias", tiene trayectoria nacionalista y pertenece a una familia de raíz sionista-, parecen particularmente significativas las que han asumido Estados Unidos y la Unión Europea (UE).

Obama y la UE piden un Estado palestino

El nuevo presidente norteamericano, Barak Obama, y su secretaria de Estado, Hillary Clinton, han calificado de "ineludible" la creación de un Estado palestino como única salida posible al conflicto que crea mayor inestabilidad en el planeta. Por su parte, el jefe de la diplomacia europea, el español Javier Solana, ha advertido de que si el pueblo palestino no accede a la independencia, las relaciones entre la UE e Israel "no podrán continuar como hasta ahora".

Igual que Livni, Estados Unidos y la UE tampoco son sospechosos de pretender el fin de Israel; pasan por constituir, de hecho, sus principales aliados políticos y económicos en Occidente, al que el Estado judío asegura pertenecer y del que se declara su amigo. La paradoja es que, de seguir la línea marcada por Netanyahu, Israel pasará al bando de sus enemigos, aunque por distinta senda.

El movimiento islamista palestino Hamás y el régimen teocrático islámico de Irán -bestias negras del Estado judío-, figuran entre los escasísimos ejemplos que quedan de rechazo internacional a la partición del antiguo protectorado británico de Palestina. Netanyahu quiere llevar a su país por ese mismo camino de soledad cuando Occidente -con acercamientos más o menos velados tanto a Irán como a Hamás-, muestra signos de querer romper el aislamiento al que sometía a los peores enemigos de Israel.

El Estado de Israel ha emprendido el camino de la soledad de la mano del derechista Benjamín Netanyahu, que este martes tomó posesión como nuevo primer ministro y se muestra intransigente con las reivindicaciones nacionales palestinas. El discurso del nuevo jefe de Gobierno israelí incluye alusiones a negociar la paz, pero ninguna referencia a crear un Estado palestino independiente, sobre cuya necesidad existe un consenso casi absoluto en el seno de la comunidad internacional.

La idea de establecer un Estado palestino es tan vieja como el conflicto que suscitó en 1948 la proclamación del Estado de Israel en el ex Protectorado de Palestina, y que ha acabado por convertirse en el más antiguo y el de mayor repercusión del planeta. La iniciativa figuraba en el plan original que Naciones Unidas había aprobado por votación el año anterior y que preveía la partición de ese territorio, entonces bajo control colonial británico, en dos Estados independientes; uno árabe y uno judío. Pero, tras ser rechazada primero por el Mundo Árabe y a continuación por Israel, y ser contemplada con mayor o menor grado de recelo fuera y dentro de Oriente Medio, la idea ha logrado concitar, seis décadas después, más unanimidad que nunca.

La iniciativa cuenta con el apoyo de las cinco potencias con derecho a voto y veto en el Consejo de Seguridad de la ONU -Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña y Francia-, y de la practica totalidad de países industrializados y en vías de desarrollo. Además, ha ganado terreno en la propia clase dirigente israelí.

La creación de un Estado palestino en paz con el de Israel era el objetivo del proceso de negociación de Annapolis, que el primer ministro israelí saliente, Ehud Olmert, mantenía con el moderado Mahmud Abás, presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). La negativa de Netanyahu a proseguir ese proceso fue el argumento esgrimido por la nueva jefa de la oposición israelí, la centrista Tzipi Livni, para no incorporarse a un gobierno que el líder derechista pretendía que fuera de "unidad nacional".

Aparte de la postura de Livni -a la que no se puede acusar de "vende-patrias", tiene trayectoria nacionalista y pertenece a una familia de raíz sionista-, parecen particularmente significativas las que han asumido Estados Unidos y la Unión Europea (UE).

Benjamin Netanyahu