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La población del sur de Israel exige que el Ejército siga bombardeando Gaza
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La población del sur de Israel exige que el Ejército siga bombardeando Gaza

El apoyo a la ofensiva militar sobre Gaza es casi unánime entre la población del sur de Israel, donde los cohetes palestinos han generado miedo, rabia

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La población del sur de Israel exige que el Ejército siga bombardeando Gaza

El apoyo a la ofensiva militar sobre Gaza es casi unánime entre la población del sur de Israel, donde los cohetes palestinos han generado miedo, rabia y la convicción de que todo vale para acabar con Hamás. El creciente número de muertos en la franja -430 en una semana de ofensiva- las numerosas víctimas civiles y la dureza de las imágenes de dolor que llegan a los televisores israelíes no conmueven a la población de las comunidades cercanas a Gaza, donde el apoyo a la operación militar es masivo y casi nadie se muestra a favor de que cese el ataque.

Desde las calles de Sderot se divisan a tan sólo tres kilómetros de distancia los aviones israelíes que bombardean la franja, pero no se oyen sus disparos, aunque, si se les mira fijamente, se ve un fogonazo de luz cada vez que sueltan sus cargas. Lo que sí se escucha cada cierto tiempo son las sirenas que advierten del lanzamiento de un cohete desde la franja, que hacen que todo el mundo deje lo que está haciendo y se cobije en el refugio más cercano, una rutina a la que la población de esta localidad está acostumbrada ya desde hace años.

En los cafés y restaurantes la gente come de espaldas a televisiones que muestran la destrucción en Gaza, pero que, sobre todo, dedican sus espacios a mostrar imágenes del miedo que viven las poblaciones del sur del país y los destrozos que causan los cohetes palestinos que llegan a territorio israelí.

"El cien por cien de la población del sur y el noventa por ciento de los israelíes apoyan esta operación. Queremos que continúe y no nos importa esperar meses hasta que el Ejército acabe con su trabajo y expulse a todas las organizaciones terroristas de Gaza", dijo a Efe Shalom Halevi, portavoz adjunto de la municipalidad de Sderot.

Desde que comenzó la ofensiva militar israelí, el pasado sábado, han muerto en Gaza 430 personas y resultado heridas más de 2.200, mientras que los cohetes de las milicias palestinas, la mayoría de fabricación casera y elaborados con tuberías, han matado en los últimos ocho años a 16 israelíes, cuatro de ellos esta semana. La desigualdad de fuerzas y el desequilibrio entre las cifras de víctimas de uno y otro lado, sin embargo, no son en esta región motivo suficiente para llamar a la contención.

El Ejército reconoce que subestimó a Hamás

Tras siete días de continuos bombardeos en Gaza, el Ejército israelí ha reconocido que había sobrestimado la capacidad balística de Hamás y que la amenaza para el sur del país es menor que lo que en un primer momento se había calculado, recogía este viernes el diario Haaretz. Pero los habitantes del sur, sobre todo los de las ciudades donde hasta hace tan sólo unos días nunca habían llegado los cohetes palestinos, exigen al Ejército que "haga su trabajo hasta el final" y "acabe con el miedo".

En la localidad de Ashdod, donde una mujer falleció por el impacto de un Katiusha el pasado martes, el empresario Amos Yamin asegura: "Hay víctimas civiles, pero ¿qué vamos a hacerle? Nosotros queremos la paz, es Hamás el que nos tira bombas todo el tiempo".

Los colegios están cerrados desde que cayó el primer cohete y, las calles, más vacías de lo habitual, pero no se percibe nerviosismo en la ciudad, donde se pueden ver algunos niños en bicicleta y mujeres con sus hijos merendando en las cafeterías.

Quienes están en contra de la continuidad de la ofensiva son muy pocos y no lo manifiestan abiertamente. Es el caso de Aaron Medina, israelí descendiente de españoles que opina que "los bombardeos no son la solución. Han querido demostrar que Israel es el más fuerte, pero eso ya lo sabía todo el mundo". Medina cree que la única salida para que haya permanentemente paz en la región tendrá venir de un acuerdo político.

Dina Babulpan, gerente de la Municipalidad de Ashdod, también cree que la solución tendrá que ser negociada para ser definitiva, pero considera que "primero hay que destruir a Hamás y luego tendremos que hablar con ellos".

Según una encuesta difundida ayer por el diario Haaretz, el 52 por ciento de los israelíes quieren que continúen los bombardeos sobre Gaza, mientras que sólo un 20 por ciento de la población pide que se negocie una tregua.

La noche del jueves, una veintena de jóvenes poetas celebraron una vigilia con lectura de poemas frente a una vivienda del ministro de Defensa, Ehud Barak, al que exigen que acabe con la destrucción en Gaza. Este viernes, unas pocas decenas de personas se manifestaron en la ciudad portuaria de Haifa para protestar contra la ofensiva, pero la apuesta por el fin de la violencia es minoritaria en Israel, donde incluso el único partido pacifista, el Meretz, ha apoyado la sangrienta ofensiva contra la franja palestina.

El apoyo a la ofensiva militar sobre Gaza es casi unánime entre la población del sur de Israel, donde los cohetes palestinos han generado miedo, rabia y la convicción de que todo vale para acabar con Hamás. El creciente número de muertos en la franja -430 en una semana de ofensiva- las numerosas víctimas civiles y la dureza de las imágenes de dolor que llegan a los televisores israelíes no conmueven a la población de las comunidades cercanas a Gaza, donde el apoyo a la operación militar es masivo y casi nadie se muestra a favor de que cese el ataque.

Desde las calles de Sderot se divisan a tan sólo tres kilómetros de distancia los aviones israelíes que bombardean la franja, pero no se oyen sus disparos, aunque, si se les mira fijamente, se ve un fogonazo de luz cada vez que sueltan sus cargas. Lo que sí se escucha cada cierto tiempo son las sirenas que advierten del lanzamiento de un cohete desde la franja, que hacen que todo el mundo deje lo que está haciendo y se cobije en el refugio más cercano, una rutina a la que la población de esta localidad está acostumbrada ya desde hace años.

En los cafés y restaurantes la gente come de espaldas a televisiones que muestran la destrucción en Gaza, pero que, sobre todo, dedican sus espacios a mostrar imágenes del miedo que viven las poblaciones del sur del país y los destrozos que causan los cohetes palestinos que llegan a territorio israelí.

"El cien por cien de la población del sur y el noventa por ciento de los israelíes apoyan esta operación. Queremos que continúe y no nos importa esperar meses hasta que el Ejército acabe con su trabajo y expulse a todas las organizaciones terroristas de Gaza", dijo a Efe Shalom Halevi, portavoz adjunto de la municipalidad de Sderot.

Desde que comenzó la ofensiva militar israelí, el pasado sábado, han muerto en Gaza 430 personas y resultado heridas más de 2.200, mientras que los cohetes de las milicias palestinas, la mayoría de fabricación casera y elaborados con tuberías, han matado en los últimos ocho años a 16 israelíes, cuatro de ellos esta semana. La desigualdad de fuerzas y el desequilibrio entre las cifras de víctimas de uno y otro lado, sin embargo, no son en esta región motivo suficiente para llamar a la contención.

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