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Líbano se prepara para otra guerra
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Líbano se prepara para otra guerra

Soplan vientos de guerra en Oriente Próximo. Un año después del conflicto no declarado entre Israel y Líbano, la destrucción e inestabilidad política que causó aquella

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Líbano se prepara para otra guerra

Soplan vientos de guerra en Oriente Próximo. Un año después del conflicto no declarado entre Israel y Líbano, la destrucción e inestabilidad política que causó aquella contienda en el país de los cedros parece una herida incurable. La tensión asola Líbano debido a la insostenible rivalidad entre las fuerzas políticas, el tráfico de armas a través de la frontera con Siria y los ataques a los casos azules desplegados en el sur. Mientras tanto, en el norte, ayer continuaban los combates entre el Ejército y el grupo extremista suní Fatah al Islam en el campo de refugiados palestinos de Nahr al Bared, una crisis que podría extenderse al resto de campos diseminados por el país y que supone la irrupción del islamismo radical sunita en tan frágil escenario.

Fueron 33 días de guerra, iniciada por una incursión de Hizbulá en territorio israelí y el secuestro de dos reservistas hebreos que aún hoy continúan en manos de la milicia chií. El 14 de agosto de 2006, los últimos soldados israelíes que abandonaban Líbano dejaban tras de sí un país devastado en sus infraestructuras y completamente arruinado, además de 1.200 muertos, 5.000 heridos y un millón de desplazados. Por la parte israelí, 163 personas murieron en aquella contienda, en la que los civiles hebreos se vieron acosados por el enemigo por primera vez desde la Guerra del Yom Kipur de 1973 y a merced de los cohetes katiushas de Hizbulá.

Un años después, la ONU teme que Líbano vuelva a ser el escenario de un gran conflicto armado. El atentado contra los militares españoles, que causó la muerte de seis soldados, ha sido interpretado como un intento por intimidar a las fuerzas internacionales desplegadas en el país. Unos 15.000 efectivos -1.100 de ellos del Ejército español- componen la Fuerza Interina de Naciones Unidas en el Líbano (FINUL), que desarrolla una misión de estabilización que incluye cooperar con Beirut en la pacificación y el desarme del sur.

En ese sentido, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, instó en un reciente informe a Siria e Irán a que respeten el embargo de armas establecido, ante las denuncias cada vez más habituales de envíos de material bélico a través de la frontera siria a milicias islamistas y facciones palestinas. Mientras, esta semana el ministro de Defensa José Antonio Alonso reconocía que la misión se desarrolla en una zona “muy complicada, conflictiva, insegura y muy violenta”.

Los preparativos de Israel

Pese a que Israel considera que la situación en su frontera norte es mucho más segura que hace un año, el país se está preparando para una futura guerra contra Hizbulá o contra Siria. El Gobierno de Ehud Olmert ha gastado 810 millones de euros en construir rápidamente nuevos refugios subterráneos en la zona, ya que los existentes sólo cubren al 70% de la población. Por otro lado, el Ministerio de Defensa está suministrando máscaras a los ciudadanos y realiza simulacros de evacuación y rescate frente a posibles ataques con armas químicas o convencionales. Además, la aviación israelí viola constantemente el espacio aéreo libanés en supuestos vuelos de reconocimiento mientras que algunas patrullas del Ejército hebreo han llegado a penetrar en el territorio de su vecino del norte.

Soplan vientos de guerra en Oriente Próximo. Un año después del conflicto no declarado entre Israel y Líbano, la destrucción e inestabilidad política que causó aquella contienda en el país de los cedros parece una herida incurable. La tensión asola Líbano debido a la insostenible rivalidad entre las fuerzas políticas, el tráfico de armas a través de la frontera con Siria y los ataques a los casos azules desplegados en el sur. Mientras tanto, en el norte, ayer continuaban los combates entre el Ejército y el grupo extremista suní Fatah al Islam en el campo de refugiados palestinos de Nahr al Bared, una crisis que podría extenderse al resto de campos diseminados por el país y que supone la irrupción del islamismo radical sunita en tan frágil escenario.

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