Tras esta primera explosión, en plena noche, los enormes fogonazos de la planta petroquímica iluminaron el cielo de Port Neches.

La onda expansiva rompió las puertas y ventanas de las viviendas cercanas.

Ray da gracias a que él y su esposa estaban durmiendo y no levantados, y evitaron la lluvia de cristales y objetos que les pasó por encima.  

"Es lo más terrible que me ha ocurrido nunca", dice. 

Horas después, se producía una segunda explosión.

Una tubería metálica de gran tamaño volaba por los aires y caía como si fuera un cohete en llamas.

Así se captaba el accidente en el interior de la planta. Había treinta personas trabajando. Tres resultaban heridas, con quemaduras y fractura de huesos.  

La empresa no ha informado de las causas del siniestro.

Mientras se intenta controlar el incendio, se ha evacuado a los residentes a siete kilómetros a la redonda.