Ocurrió en el zoológico de la prefectura de Ehime, donde un trabajador se disfrazó de león e imitó los comportamientos del animal en libertad, incluso tratando de atacar a una de las personas que se encontraban cerca de él.

Los especialistas demostraron en el simulacro qué se debe hacer en estos casos: un dardo tranquilizante fue suficiente para reducirle y para acabar con el peligro de un animal de su clase en peligro. El hombre-león supo hacer bien su trabajo.