El Padre Dave Smith tiene dos caras, porque de día es cura por vocación y de noche es boxeador por ambición. O más bien, esto segundo lo es por reivindicación, ya que es su particular forma de luchar por lo que cree y por lo que quiere cambiar.

Smith asegura que "la preocupación por los más vulnerables debería ser lo primero de la comunidad cristiana", y como él dirige una iglesia anglicana de Sydney desde hace 30 años, ahora con las elecciones del país a la vuelta de la esquina se siente frustrado por el trato hacia los refugiados.

Él dice que es "vergonzoso y que es una parte muy oscura de la historia australiana, en la que perdieron la compasión". Por ellos ahora se dedica a predicar su bondad durante las misas y en el ring combate contra la poca transparencia de los políticos.

Además, asegura que los boxeadores como él no esconden nada, de hecho, Smith no esconde ni la bolsa, es decir el dinero que gana, ya que va directo a causas sociales. Por suerte, a sus 57 años todavía le quedan muchas ganas de seguir repartiendo ayuda a los más vulnerables.