Es la huella de un tornado que, en cuestión de 15 minutos, sembraba el caos en Cuba y se cobraba la vida de tres personas. Sus efectos se han dejado sentir especialmente en La Habana. Buena cuenta de ello la dan unas imágenes en las que es casi imposible distinguir los enseres que hay entre el amasijo de escombros. Ya con la luz del día, la desolación en las calles es más que evidente: arboles caídos, tendido eléctrico destruido y decenas de viviendas derrumbadas por la virulencia de un viento que algunos equiparan al sonido de la turbina de un avión. Lo demuestra el estado en el que han quedado las casas y los coches, algunos completamente volcados, otros han acabado donde había viviendas antes del paso del tornado. Entre tanta devastación, los heridos poco a poco van siendo atendidos y los afectados que se han quedado sin techo intentan recuperar lo poco que ha quedado intacto.