De nada ha servido sujetar los ánimos porque mucho antes de lo previsto, a las dos y treinta y tres minutos, antes de que acabase el Santo Rosario como manda la tradición, se saltaba la reja. Una imagen hasta hora nunca vista.  Imposible contener a los almonteños, pero había que esperar. Un cuarto de hora ha estado así, conteniendo el fervor, porque tenían claro que la virgen tenía que seguir allí, hasta que no se produjese la llegada del Simpecado. Rápidamente, y gracias a un cordón humano, llegaba hasta el altar y la blanca paloma comenzaba a marchar. Entre aplausos, vivas y olés, la Virgen del Rocío desfilaba hacia la salida manteniéndose más erguida que nunca.  Comienza su procesión por las 121 hermandades, la reina de las marismas visitará cada una de ellas antes de regresar a la ermita. Será cuando los peregrinos comiencen otro camino, el de vuelta.