En un país como Afganistán, cada vez son más los jóvenes que deciden quedarse en casa, jugando a la videoconsola, a salvo de los ataques suicidas. También las mujeres afganas juegan a los videojuegos, aunque aquí en este centro de la ciudad de Herat, las mujeres no son solo jugadoras, también son programadoras de webs, aplicaciones y  juegos para, por ejemplo, combatir el cultivo de opio y sustituir esta droga por el azafrán.

Una de estas jóvenes es Kathira,  que cuenta que decidió estudiar aquí en cuanto supo que era un centro respetuoso con las mujeres y que desarrollaba juegos educativos para conseguir cambios positivos en la sociedad afgana. Una sociedad marcada por años de guerra y una creciente violencia, en donde la mujer ha estado siempre relegada a un segundo plano.