Aparentemente es un policía. Pero no, no lo es. Se trata de un investigador encubierto que se ha vestido así para examinar la seguridad en esta cárcel. Y lo que comprueba es que, sin ningún tipo de control, consigue introducir hojas de bisturí y drogas en esta prisión y en otras de Nueva York. El informe sobre la conducta indebida de empleados municipales se difundía el mismo día en que dos agentes penitenciarios y cinco reclusos eran acusados de contrabando de drogas en una cárcel de Manhattan. Reflejo de graves problemas en algunas prisiones estadounidenses.