Mientras una familia  disfrutaba de un día de barbacoa, un oso salvaje les fastidió la comida. Se acercó sigilosamente intentando robar parte de lo que se estaba asando. El mamífero fue atraído por el olor que desprendieron las salchichas y las costillas que se estaban cocinando. Estos animales tienen el sentido del olfato muy desarrollado. Al final, la familia consiguió echarlo, pero costó lo suyo. Los osos salvajes son cada vez más frecuentes en los montes y no les da miedo acercarse a los humanos si se encuentran hambrientos.