Si creía que ya lo había visto todo en cuanto a propuestas de matrimonio se refiere –desde algunas multitudinarias en pleno desfile del Orgullo Gay a otras más 'discretas' que casi terminan en tragedia–, eche un vistazo a la idea que tuvo Andrew Forbes para sorprender a su novia y pedirle que se casara con él.

Mientras los dos disfrutaban de una tranquila jornada de descanso en las montañas de Max Patch, en Carolina del Norte, Andrew puso sobre el cuello de un cabritillo una placa con el romántico mensaje para su futura mujer. Tras ello, el joven puso el animal en los brazos de su pareja y esperó a que Allison –como así se llama la chica– leyera la frase.

Pocos segundos después, la joven ya había aceptado y mostraba emocionada un anillo en su dedo. Sin palabras y entre lágrimas, ambos se fundieron en un tierno beso.