La inteligencia artificial y la está robótica están redefiniendo el campo de batalla. En conflictos como la guerra en Ucrania, los drones con inteligencia artificial han jugado un papel crucial, adaptándose constantemente a las defensas enemigas y mejorando la precisión en los ataques. Y a pesar de que la llegada de soldados robot no está cerca, el camino parece cada vez más despejado. Lo que alguna vez parecía ciencia ficción, como drones letales y perros robóticos armados, hoy es una realidad en rápido desarrollo.

La empresa estadounidenses Boston Dynamics el probablemente la más famosa en este sector. El desarrollo de perros robots, como el BigDog y su sucesor Spot, demuestra el creciente interés en máquinas capaces de realizar tareas peligrosas. Boston Dynamics se ha comprometido a no armar sus robots, sin embargo el ejército e Estados Unidos se sirve también de otras empresas para sus ensayos con robots armados y drones autónomos. China también está avanzando rápidamente en este sector a pesar de las restricciones impuestas por EEUU a las exportaciones de tecnología avanzada. Sin embargo, el uso de estos robots plantea graves dilemas éticos. El riesgo de que las decisiones críticas en combate queden en manos de máquinas, sin control humano, ha generado preocupación a nivel global, con discusiones en la ONU sobre la regulación de armas autónomas. Además, la vulnerabilidad de estos sistemas a ciberataques y la posibilidad de una nueva carrera armamentista subrayan la urgencia de establecer un marco regulatorio para evitar una deshumanización aún mayor de los conflictos armados.