La mayor demanda de energía a nivel mundial ha provocado una subida de los precios y pone en riesgo los planes de crecimiento y recuperación. El desabastecimiento ya afecta a todos los sectores de la economía: desde los microchips a los muebles, pasando por el vidrio y papel. Para comprar un iPhone, un coche o una consola hay que esperar semanas.

Según las previsiones las tensiones en la cadena de suministro deberían a solucionarse a lo largo de 2022. Pero en el futuro las materias primas y materiales irán escaseando cada vez más y las tensiones en el mercado podrían mantenerse durante meses o años, como también reconoce la Agencia Internacional de la Energía (IEA) en su último informe.

“La mayoría de las fuentes de energía no renovables - petróleo, carbón, gas y uranio - han alcanzado o alcanzarán en breve su pico de producción”, explica Antonio Turiel, científico del Instituto de Ciencias del Mar del CSIC, autor del libro Petrocalipsis: Crisis energética global y cómo (no) la vamos a solucionar. “Sin embargo energías renovables no son la solución al problema. Primero porque su eficiencia energética está sobrestimada, es decir no producen tanta energía como se esperaría. Segundo porque no todos los procesos industriales se pueden electrificar y tercero porque la escasez de minerales - sumada a los retrasos en la cadena de suministros - podrían hacer inviable la transición ecológica”. En este vídeo te explicamos cuáles escenarios maneja la Agencia Internacional de la Energía sobre el futuro energético del planeta.

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