Este es el mejor momento para encontrar en la luz de nuestros paisajes, a los lados del camino, al cernícalo vulgar.
Han llegado para invernar en nuestros campos peninsulares cernícalos vulgares del resto de Europa que se suman a los cernícalos ibéricos que viven en la campiña todo el año.
Los veremos así, como clavados al cielo del paisaje, en los brazos del aire. Las alas en movimiento, la cola y el cuerpo quieto, la cabeza baja, mirando fijamente al suelo.
Su dieta es muy variada, y lo mismo apresa un topillo, que un ratón, una musaraña, una lagartija, un pájaro, un insecto...
El cernícalo deja sus nidos normalmente en alto, pero también puede hacerlo sobre la tierra. A los 30 días de haber nacido las crías, estas abandonan el nido y vuelan de manera independiente.
En este vídeo, ofrecido por la Fundación Aquae, conocemos que el cernícalo no se baña en el agua, sino en la tierra, que parece colorear sus plumas con el color del barro cocido. De la tierra, el cernícalo todo lo ve. También a nosotros.
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