¿Qué pasa exactamente en Bielorrusia?

Muchos se hacen esta pregunta tras los sorprendentes acontecimientos del 23 de mayo, cuando las autoridades bielorrusas desviaban a un avión de la aerolínea Ryanair, que volaba de Atenas a Vilna, y le obligaban a aterrizar en Minsk para detener a un periodista opositor exiliado.

La maniobra desató la indignación y la ira de los opositores del régimen del autoritario presidente, Aleksandr Lukashenko, así como de muchos países de Europa y Norteamérica.

Y también puso los focos del mundo en un país que parece sacado de una película sobre la Guerra Fría. Un país con un dictador que lleva 27 años perpetuándose en el poder y celebrando elecciones donde esconder el fraude ya ni le importa. Un país (el único) que mantiene la KGB intacta desde los tiempos del telón de acero y donde exiliar, encarcelar o asesinar opositores políticos es una práctica común. Un que juega un papel clave en el suministro del gas y el petróleo que viaja entre Rusia y Europa y cuya economía es tan básica que ni siquiera le afectan las sanciones y vetos del exterior.

Pero, ¿cómo ha llegado Bielorrusia hasta aquí?