Oriol Junqueras ha arrancado este jueves su declaración con un alegato, una vez más, alejado del plano jurídico o de defensa técnica. Como si el tribunal fuera el Parlament o el Congreso de los Diputados, se ha lanzado a un mitin que ha abierto manifestando que se considera "preso político", recalcando que el juicio en su contra también lo es y reivindicando que se le acusa por su ideas. Estos argumentos le han servido para justificar su decisión de no contestar a las acusaciones y, sobre todo, a la Fiscalía. A quien sí se ha dirigido es a los partidos políticos en general y al PSOE en particular. Y a su público.

"No voy a renunciar a mis convicciones democráticas, me encuentro en situación de indefensión porque estoy convencido de que se me acusa por mis ideas y no por mis hechos. Estoy en un juicio político. Considero que me debo a mis votantes y por eso no contestaré a las preguntas de las acusaciones", ha sido su afirmación textual. Las urnas en la calle eran, según su versión, un plus de democracia alejado infinitamente de lo ilegal. "Votar no es un delito, impedirlo por la fuerza, si lo es", ha asegurado.