Los riesgos del Brexit para Irlanda han sido evidentes desde el principio. La salda del Reino Unido de la Unión Europea ha significado para Dublín el riesgo de aislamiento geográfico y político del resto de la Unión Europea. Pero sobre todo la posibilidad de reavivar la violencia política a lo largo de su frontera con Irlanda del Norte.

Sin embargo, las amenazas se han convertido en oportunidades. A pesar de la interdependencia del mercado entre las islas británicas, la economía irlandesa ha avanzado a pesar de los temores. De hecho, muchas multinacionales han mudado su cuartel general de Londres a Dublín. La fórmula irlandesa - pocos impuestos a las grandes impresas, inversiones en tecnología y servicios - han creado los presupuestos para que Irlanda haya convertido en la verdadera ganadora del Brexit, convirtiéndose en la puerta de entrada de Estados Unidos a Europa.

La “americanización” de la economía irlandesa no ha llegado sin costes: la aportación al PIB de las grandes empresas transnacionales representa el 50% del total, pero representa apenas el 10% de los puestos de trabajo. Significa que gran parte de la riqueza generada por las multinacionales no se revierte sobre la población irlandesa que, a pesar de la aparente riqueza del país, ha visto estancarse sus ingresos.