Durante semanas, las noticias de una especie de epidemia de un nuevo coronavirus respiratorio en China sonaba a algo lejano, desconocido, que no nos pertenecía. Durante semanas, hicimos vida normal mientras el virus se iba desplegando por el mundo en forma de pandemia. Prácticamente todos los países tardaron en reaccionar y España no fue una excepción. 

Pero el día 14 de marzo de justo hace un año, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez comparecía para anunciar lo que su gabinete de ministros había aprobado para regir nuestras vidas durante dos semanas e intentar frenar la ola asesina del virus: el estado de alarma.

Era el segundo estado de alarma activado en democracia, pero, con mucho, el más restrictivo y real. Un estado de alarma que traía una situación cuasi distópica, donde de pronto teníamos prácticamente prohibido salir a la calle; donde negocios, empresas o colegios tenían que cerrar; donde las calles quedaban vacías y apenas lo único que se oía y veía era el trajín de las ambulancias que llenaban los hospitales de afectados de coronavirus.

El estado de alarma, finalmente, no duraría quince días, sino 98, y dejándonos una realidad en muchos aspectos muy distinta a la que estábamos acostumbrados.

Así os lo contamos en el vídeo sobre estas líneas.

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