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El "esperpento" en el cuartel de Manresa: así se cambió la bandera española por una estelada

"La verdad es que la situación era un poco 'heavy". El teniente de la Guardia Civil que se encargaba de la seguridad en el acuartelamiento de Manresa resumió con estas palabras las protestas que vivieron ese día. El bloque independentista movilizó aquella tarde a sus seguidores para que se manifestaran frente a las instalaciones del instituto armado, una concentración que llegó a tal punto que el agente ordenó retirar la bandera española y cerrar las puertas. "Lo teníamos claro y así nos venía ordenado. Aguantar, aguantar y, si se puede, aguantar un poco más, sobre todo no protagonizar ningún tipo de incidente".

El testigo dejó claro que el hostigamiento en aquellas fechas no solo se produjo en los hoteles, también en cuarteles como el de Manresa. "Llegaron al acuartelamiento sobre las 20:05, eran unas 2.000 personas ante la casa cuartel, que tiene 63 viviendas y en la que residen 160 personas de cero a 80 años", explicó. Aunque los agentes ya habían visto cómo se producían protestas similares en otros puntos de Cataluña, la tensión fue aumentando conforme pasaban las horas: "Te genera cierta intranquilidad porque no sabes si puede haber alguien en la masa que decida dar un paso más en esa presencia ante el acuartelamiento, y los humanos a veces funcionamos por contagio".

El temor se extendió por el cuartel, ante lo que el guardia civil ordenó retirar la bandera de España y cerrar las puertas. Tras ese repliegue, la respuesta de los manifestantes no se hizo esperar: "Se izó una estelada que luego se llevaron, recuerdo que hicimos algún comentario jocoso: 'Se la podían haber dejado de recuerdo", detalló. Una vez más, los bomberos se unieron a la protesta: "Había tractores y vehículos del cuerpo de bomberos, que llevaba varios días colaborando". Y una vez más, los Mossos se pusieron de perfil: "La estelada la puedes quitar cuando marchen", le dijo el policía autonómico al que informaron sobre lo que estaba ocurriendo.  

Una escena similar describió el comandante de la Guardia Civil de Valls, en cuyo cuartel también se produjeron protestas. "En aquel momento, vivían 14 familias en su acuartelamiento con sus mujeres, sus novias y sus hijos. Eso creó bastante malestar, porque algunos de los asistentes [a la manifestación] eran compañeros de trabajo de las novias y mujeres de los guardias, y eso no gusta. Nos han hecho pintadas, tirado huevos... Ha habido muchas cosas", describió. Ya fuesen hoteles o cuarteles, todo lugar en el que se alojasen los guardias civiles se convirtió en objetivo del independentismo más radical.