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El increíble salto de Juan Miguel Echevarría

Juan Miguel Echevarría es un nombre para apuntar en la agenda del futuro. No tiene 20 años, pero ya vuela. El saltador cubano registró un vuelo de 8.83 metros en la reunión de Estocolmo de la IAAF, parte de la Diamond League del atletismo. La  marca es estatosférica, tanto que ni siquiera los organizadores se esperaban algo así, Echevarría rebotó contra el fondo del foso, se le había acabado la arena de debajo de los pies de tan largo que había saltado. 

8.83 es la marca, aunque no valdrá para los libros de historia. Viento de más de dos metros por segundo, salto válido pero no homologable como registro. Se fue solo por +0,1, es decir, no es que el longuilíneo atleta cubano fuese arrastrado por un huracán, solo había un viento algo por encima del permitido. Este detalle no quita que el salto es larguísimo, el mejor que se ha hecho desde ¡1995! 

Y el atleta, repetimos, no tiene todavía 20 años. Eso llegará en agosto, y si la progresión es la esperada Echevarría se convertirá en el mejor saltador de la actualidad. No falta competencia, en su prueba está el excelente sudafricano Luvo Manyonga, que además ha demostrado una enorme regularidad a lo largo del tiempo. El cubano, en todo caso, es especial, esa mezcla de resultados y juventud tan anómala en el deporte mundial. 

Es en cierta manera lógico ver un salto así y pensar que, quizá, en sus piernas estará el próximo récord del mundo de salto de longitud. No en vano, de haber valido la medición, este sería el quinto salto más largo de todos los tiempos. Hay pruebas en los que los grandes registros tienen una especial mística, y el salto está entre ella. Bob Beamon primero, Michael Powell después, tienen ese punto de historia única que no pasa en todas las disciplinas. 

Echevarría es cubano, y eso tampoco sorprende. En la isla caribeña el atletismo es fiesta y los saltadores dioses. El más grande que había existido es Iván Pedroso, el entrenador de la española Ana Peleteiro. Si esta marca pudiese guardarse en los libros superaría al mito, que nunca encontró una marca así. Aunque es posible que él sepa un poco lo que sintió Echevarría cuando vio que el registro era ventoso, porque él mismo cruzó la marca de nueve metros, pero con demasiado empuje de la naturaleza.