Son las 6 de la mañana del primer lunes de octubre, y en Mahón (Menorca) no se oye ni un ruido. La tranquilidad de esta pequeña ciudad balear se une a la paz que transmiten las aguas de su puerto. Los barcos, atracados, apenas mecen sus estructuras, y los grandes yates parecen gigantes dormidos. Pero uno de estos navíos destaca sobre el resto. Entre embarcaciones deportivas y lanchas, aparece un pesquero de dos mástiles que recuerda a tiempos pasados. Construido en madera y sin apenas rastro de modernidad parece un barco de exposición. Lo que uno no se imagina es que en su interior vive un grupo de marineros de lo más peculiar.
En los camarotes del Toftevaag (un nombre que da pistas de su origen) amanece a estas horas su tripulación. Un grupo de entusiastas y expertos medioambientales de toda Europa que bajo la bandera de la asociación Alnitak ha convertido esta embarcación clásica, construida en 1910, en todo un símbolo de la conservación marítima, el cuidado de los animales que viven en sus aguas y la lucha contra la basura en el mar.
El buque, comprado y remodelado por el líder de la asociación, Ricardo Sagarminaga, lleva desde 1989 surcando los mares y realizando todo tipo de labores educativas, científicas y de concienciación con instituciones de toda índole. La limpieza de basura es una de sus tareas, pero no es la única, ni mucho menos. También recogen datos de los animales que encuentran, limpian playas, hablan con los pesqueros de la zona y hasta acuden por los colegios de la zona enseñando todo su proyecto a los niños del lugar. "Hacemos un poco de todo. Son cuatro meses de campaña en los que no paramos", explica Carlota, que a sus 26 años y tras terminar biología marina, se enamoró de este proyecto. "Es duro, pero la verdad que engancha un montón. Tenemos gente de toda Europa que hasta paga por venir aquí durante una semana a ayudar".