Cuatro semanas después de la erupción del ya famoso volcán Kilauea en la Isla Grande de Hawái, su población sigue conteniendo la respiración ante el avance arrasador de la lava y el fuego que escupe su temido vecino. Y es que la furia de uno de los volcanes más activos del mundo aún sigue dejando rios de lava, terremotos y destrucción a su paso en la zona sur de la isla sin que nadie sepa cuándo va a parar.
Pero lo más preocupante son las nubes de ceniza que, según los expertos, podrían acercarse en los próximos días o semanas a los nucleos más poblados de la mayor isla del archipiélago perteneciente a Estados Unidos. El cambio de los vientos podría dar un nuevo golpe a una población que ya de por sí se encuentra impotente ante la naturaleza en una de sus versiones más duras e implacables.
Aún es pronto para saber las cifras exactas del desastre, pero al menos ya hay un herido grave, miles de evacuados y se han abierto un total de 17 fisuras en la isla ante la fuerza del volcán. Todos los isleños esperan ahora a que la tierra, su tierra, decida calmarse y volver a convertirse en ese gran paraíso idílico que todos recordamos.