Se llaman Najin y Patu y hoy pueden haber vivido el fin de su especie. Sudan, el único macho de rinoceronte blanco del norte (padre y abuelo de Najin y Patu respectivamente) ha muerto. Ellas, de momento, siguen más sanas que su predecesor y su vida no corre peligro inminente, pero al no existir un macho que pueda procrear con ellas hace que sea prácticamente imposible que no sean los últimos ejemplares de la especie.
Custodiadas, como Sudan, en la reserva Pejeta Conservancy situada en el Parque Nacional de Laikipia, Kenia, estas dos rinocerontes siguen con su vida a la espera de que científicos y veterinarios de medio mundo intenten encontrar alguna forma, si existe, de salvar a una especie que ha visto como en un siglo ha pasado de contar con más de 2.000 ejemplares a desaparecer.
Sus nombres son mucho menos conocidos que el de su antecesor y no tienen la fama de Sudan, pero su presencia es igual, o más importante incluso que el de su padre o abuelo. Son, definitivamente, las últimas que pueden salvar a este animal legendario que el hombre está a punto de borrar de la faz de la Tierra.