Verano de 2016. Una noche de aquella temporada estival el astrónomo aficionado afincado en Regina, Canadá, Notanee Bourassa ve que algo raro pasa en el cielo. Unas extrañas luces púrpuras se muestran en la oscura noche y sale a la calle con sus hijos para enseñarles esa extraña aurora boreal. Pero al tomar una fotografía de lo que está viendo se da cuenta de que eso no es una aurora boreal cualquiera, es algo más.
Entre 2015 y 2016 científicos aficionados como Bourassa registraron más de 30 veces auroras como estas y la NASA decidió investigarlas. A través de su programa para aficionados Aurorasaurus, decenas de fans de la astronomía se lanzaron a intentar encontrar una explicación para este fenómeno, y ahora lo han encontrado.
Según un estudio publicado esta semana por el equipo de Aurorasaurus, liderado por Liz MacDonald, científica espacial del Centro de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA en Greenbelt, Maryland, se trata de una nueva variedad de aurora diferente al resto y que puede ser clave para seguir conociendo aún más detalles de nuestro universo.
Bautizadas como Steve, lo que hace que sean únicas está en los detalles. Las auroras 'normales' se presentan globalmente en forma ovalada, en las últimas horas y aparecen principalmente en tonos verdes, azules y rojos. Las pruebas aportadas por Aurorasaurus demuestran que el fenómeno Steve tiene un color morado con una base de color verde. Es una línea con un principio y un final. Diferencias claves que, según los científicos, podría ser muy importante para seguir conociendo más detalles sobre la relación de nuestro planeta con el universo.