La alarma saltó a principio de este mes. Las playas de El Salvador, el pequeño país centroamericano, se habían llenado de tortugas marinas muertas sin ningún motivo aparente. Nadie sabía por qué, pero los restos de alrededor de 400 tortugas poblaban las costas del país. La investigación, dirigida por el gobierno, llegó a la conclusión de que habían sido unas algas tóxicas encontradas en el Pacífico, pero cuando todo parecía haber terminado, la luz roja ha vuelto a encenderse.
En los últimos días, otras 50 tortugas han vuelto a aparecer en la arena, escupidas por el océano Pacífico, y el país se ha visto obligado hasta a pedir ayuda a los Estados Unidos para poder encontrar una solución definitiva al problema o entender, al menos, qué es lo que está pasando. Las toxinas parece una razón bastante factible pero hay algunas más.
La ministra de Medio Ambiente salvadoreña, Lina Pohl, ha explicado que la petición de ayuda busca aclarar lo ocurrido ya que no descartan ninguna hipótesis. "No queremos descartar ninguna razón del por qué las tortugas han muerto", agregó , tras indicar que en las autópsias practicadas a varios ejemplares, se pudo observar "los órganos de las tortugas deshechos", lo que podría indicar "una probable" muerte por envenenamiento por toxinas.