En las primeras imágenes que llegaron a la agencia Reuters de la mayor tragedia medioambiental de España, el 13 de noviembre de 2002, no salían aún barcos ni petróleo derramado.
Aquel día solamente pudimos ver una serie de marineros filipinos llevándose las manos a la cabeza. La guardia costera acababa de rescatarlos de un petrolero con bandera de Bahamas que estaba hundiéndose a 240 kilómetros de la costa gallega. El nombre de aquel barco ya nadie lo olvidará nunca.
El Prestige se hundió seis días más tarde, el 19 de noviembre. Durante aquel proceso y en los momentos posteriores, el barco liberó a lo largo de 400 kilómetros de costa casi toda su carga: 77.000 toneladas de fuel-oil, que al impregnarse en las rocas y las especies marinas todos bautizamos unánimes como "chapapote".
La lucha contra el chapapote se prolongó durante meses, principalmente en Galicia pero también en otras comunidades como Asturias, Cantabria o País Vasco. El capitán del barco, Apostolos Mangouras, fue condenado en enero de 2016 a dos años de cárcel.