Así funciona un 'parque jurásico' de cocodrilos en Tailandia

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¿Hay alguien ahí?

Un recién nacido sale del cascaron en una granja en la localidad de Sriracha. (Reuters)

Hora del almuerzo.
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Hora del almuerzo.

Los cocodrilos se alimentan de cabezas de pollo en una de las granjas donde conviven en Tailandia.  (Reuters)

De camino a la incubadora.
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De camino a la incubadora.

Un trabajador de uno de estos centros selecciona los huevos de cocodrilo que van a colocarse en la incubadora. (Reuters)

Más de mil centros.
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Más de mil centros.

Tailandia cuenta con numerosos centros en los que se reproducen los cocodrilos. La población en el país asiático asciende a unos 1,2 millones de ejemplares. (Reuters)

Recién nacidos.
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Recién nacidos.

Un grupo de crías de cocodrilo, arremolinadas en el centro de Sriracha, en Tailandia, uno de los muchos dedicados a la cría de estos animales. (Reuters)

Más de 35 años.
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Más de 35 años.

Algunos de los centros más longevos llevan más de tres décadas dedicados a la cría en cautividad de estos animales. (Reuters)

Cumple con la normativa.
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Cumple con la normativa.

El centro de Sri Ayuthaya se rige bajo la convención de comercio internacional de especies en peligro de extinción, lo que le permite exportar algunas especies protegidas a países en los que hay mucha demanda, como China. En la imagen, un trabajador ayuda a un cocodrilo a salir de su cascarón. (Reuters)

Caída en las exportaciones.
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Caída en las exportaciones.

Las ventas de productos textiles elaborados con piel de cocodrilo cayó más de un 60% en 2016. Del millón de dólares que generó esta actividad en 2015 se ha pasado a 382.000 dólares en el último año.

Ya no se reproducen, se cultivan. Podría ser una frase de Matrix o de Parque Jurásico pero es la realidad de 1,2 millones de cocodrilos criados en cautividad en Tailandia que se utilizan para diversos fines, desde complejos turísticos hasta objetos de lujo.

Un bolso de piel de cocodrilo se puede vender por unos 2.000 euros en el mercado mientras que un traje asciende hasta algo más de 5.000 euros. Aunque las autoridades locales aseguran que el principal objetivo de estos centros es evitar la extinción de la especie.

En 2014, uno de estos centros en Tailandia fue testigo de una tragedia cuando una mujer perdió la vida después de arrojarse a un estanque lleno de cocodrilos. Además, un cuidador también perdió un brazo debido a la mordedura de uno de estos animales.

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