La selección natural provoca que algunos seres vivos tengan más descendencia que otros. El problema es que, para conseguirlo, no sólo hay que estar preparado para huir y ocultarse de los depredadores: también hay que encontrar pareja.
En ese punto entra en juego la selección sexual, responsable de que en los machos de muchas especies surjan comportamientos y atributos físicos de lo más llamativos.
Tamaños desorbitados, plumajes multicolor, extrañas danzas... Los machos animales no conocen límites a la hora de impresionar a sus compañeras. Y quien no se lo crea no tiene más que pasarse por Razzmatazz a las cinco de la mañana.