No es habitual asocial los microorganismos más comunes en un laboratorio a las palabras "arte" o "belleza". Pero tampoco es imposible. De hecho, se ha convertido en un pasatiempo muy conocido por los microbiólogos, una especie de chiste interno: componer sobre placas de Petri un dibujo, un paisaje o un retrato utilizando para ello hongos o bacterias.
La web Microbial Art recoge una muestra de estas pequeñas obras de arte producidas por varios autores, y no podrían ser más variadas. Desde el retrato que el mismísimo Alexander Fleming hizo a su madre a base de bacterias vivas a la recreación de obras de arte nada sencillas como la Ofelia de John Everett Millais de 1852.
Quedan aquí quince ejemplos de esos inesperados impulsos artísticos, en los que los hongos y las bacterias reemplazan a los óleos y las placas de Petri y a los lienzos. Quizá la próxima vez que pensemos en los gérmenes, no lo hagamos solo en las patologías que pueden transmitir sino también como, a su microescala, pueden formar parte de algo un poco más bello.